La doble vara de medir
Que también podría llamarlo: todo depende de si son propios o ajenos.
Las voces de Junts y ERC se han oído en críticas hacia el ... president de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa, del partido socialista, el PSC, para ser más exactos, por no estar en tierras catalanas afectadas por la dana 'Alice' que azotaba el territorio este pasado domingo.
También es cierto que, los reseñados partidos discordantes, no solo acusan al president Illa de no estar presente, sino de estarlo en los festejos celebrados en Madrid, a los que acudió, en conmemoración del Día de la Hispanidad, precisamente en su ADN está repudiar todo aquello que dimane de aquel «España nos roba» que les condujo al filón de prerrogativas y exigencias que ahora tienen en sus manos como sostén del gobierno de Sánchez.
No solo acusan a Illa de no estar presente durante la dana 'Alice' sino de estarlo en los festejos de Madrid
Pero no hemos escuchado ni un solo comentario al respecto del propio PSOE tan crítico en otras ocasiones, y en 'sotto voce' territorializadas el PP sí ha seguido las críticas de los partidos separatistas, focalizados, como no puede ser de otro modo, en la ausencia y no en la presencia.
Buscar la coherencia en política es tanto como exigir hablar de ética política orientada al bien común y no al del partido al que se pertenezca y obedezca por imperativo de grupo.
Tal vez exista el erróneo concepto de que la moral y la ética, aplicada a la política, queda circunscrita a la esfera de lo personal, a la decisión individual de la persona que ejerce el cargo público, pero existe la posibilidad de plasmar negro sobre blanco el código de ética política de obligado cumplimiento en pro del del servicio al Estado al que se han comprometido servir.
Política-ficción lo llaman algunos, líneas poéticas o frases de taza; pero, de un modo u otro la altura política no solo se basa en los liderazgos, que también, porque son estos mismos los que marcan el rumbo del colectivo, sino en el ejercicio de la propia política, y es ahí donde encontramos la clave, en la forma en que se ejecuta la acción de gobierno o de oposición que es donde se sitúan los rankings de satisfacción.
Pero ¿quién le pone el cascabel al gato?.
La respuesta es más sencilla de lo que aparentemente pueda parecer, porque no es cuestión de iniciar un debate en torno a qué partido político debiera ser el encargado, no estamos ante un mí, me, conmigo, es la propia sociedad la que debe exigir la suscripción del código de ética política, con las herramientas democráticas de la participación ciudadana no solamente ceñida a las urnas.
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