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Pura vida

El trampolín de la gallardía

Ramón Palomar

Valencia

Viernes, 16 de mayo 2025, 23:52

La piscina municipal representaba el microcosmos de puro estrépito donde la mocedad del pueblo se arracimaba para trastear de manera bellaca. Éramos como el ballet ... acuático de Esther Williams pero en demente, punki, gamberro y desahogado. En ese espacio las agallas se demostraban gracias a las diferentes alturas de los trampolines. El más fácil, casi a ras de agua, publicitaba las escasas aspiraciones de los cobardicas como yo. El trampolín de las alturas sólo resultaba apto para los remachotes que deseaban epatar a las chicas. Una vez subí hasta ahí. Qué miedo. Bajé sin zambullida. Aunque para renunciar de esa manera innoble también se necesitaba valor por aquello del ridículo...

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