Se repetiría la jugada. Sucedería lo mismo. La información que aportaba LP resulta demoledora. Seguimos jugando a la ruleta rusa y las obras emprendidas, hasta ... ahora, reparan destrozos pero no dejan de ser el maquillaje que finge solucionar un problema que necesita cirugía radical y no mero trampantojo que alivie la superficie. Si retornasen las lluvias bárbaras, barrancos y ramblas inundarían de nuevo las zonas que padecieron la desgracia. Por suerte, no todos los años caen desde el cielo ríos de ese calibre. Pero no conviene tentar tanto la suerte y sería mejor iniciar las tareas. Pero en serio. Pero ya.
En este sentido, un ingeniero me susurró algo interesante, algo sobre lo que deberíamos reflexionar: «Hoy, realizar un pifostio como el plan sur, sería imposible». Nadie defiende la dictadura, no me vengan ustedes por ahí. Pero hoy, entre las diferentes administraciones, la municipal, la autonómica y la central, lograr un pacto para construir de verdad las grandes obras que se necesitan supondrían un trabajo plagado de fárrago burocrático, infinitos enfrentamientos partidistas y varias tandas de manifestaciones ecologistas que pretenden salvar un arbusto frente a la vida de un ser humano. Faltan líderes capaces de establecer planes a medio y largo plazo porque eso no les interesa. Los horizontes de los actuales líderes no superan los cuatro años. Funcionan a corto plazo. Les repugna superar un cuatrienio porque, ¿y si resulta que luego vence en las urnas el adversario y se apropia de sus logros? Eso nunca. Esta mentalidad lastra cualquier progreso y nos genera enormes desventajas. Si no irrumpe una nueva generación de dirigentes dispuestos al sacrificio que se intuye mana de su vocación, rara vez avanzaremos porque nos limitamos a saltar como un batracio. Un año después, volvería a pasar lo mismo. Somos los mejores.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión