Urgente El Gordo de La Primitiva de este domingo deja 156.136,28 euros a un único acertante
Pura vida

Lenguaje encriptado

Ramón Palomar

Valencia

Domingo, 5 de octubre 2025, 23:26

Resultó que tenía (tengo) un conocido masón. Le tuve que insistir casi un lustro para que me chivase una de sus señas secretas, un sutil ... ademán de esos que a los demás se nos escapan, pero que ellos gastan muy cucos para reconocerse. Me contó que, si le chocas la mano a alguien y este te dedica una muy suave caricia con su pulgar justo sobre tu espacio comisural (es el pedazo membranoso entre el pulgar y el índice), estás ante un hermano masón. A veces, preso de mi extravagancia atroz, aplicaba este método cuando me presentaban a cualquier tipo que me pareciese, vaya usted a saber por qué, un poco rarito, pero me miraban como si quisiese ligar con ellos y tuve que renunciar a estos experimentos.

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Los códigos secretos, los mensajes ocultos, los lenguajes encriptados, o gozan de una notable clandestinidad fruto de la inteligencia y de la imaginaciión, o no son sino chapuza que provoca risa. Hablar de «soles» «lechugas» y «chistorras» para indicar el importe total de los billetes que manejaba el clan koldoriano, suena a chapucilla, qué le vamos a hacer. Siempre quiso creer uno que los grandes narcos empleaban sofisticados sistemas de comunicación verbal para despistar a los policías que podían escuchar sus cambalaches. Pero me temo que nunca es así. Las letras nunca fueron lo suyo. Las armas, en cambio, intuímos que sí. En cualquier caso, los pequeños camellos de barrio, cuando el máximo pico cocainómano de los noventa, recibían ansiosas llamadas de su clientela que les decían cosas como «quiero un disco», «quiero una camiseta» o «quiero un cedé». Eso si se trataba de un gramo de mandanga. Si deseaban comprar dos o tres, pues mascullaban «tres discos» y en ese plan. Como si los uniformados a la escucha fuesen tontos, vaya. No le exige uno a los espabilados que usen jeroglíficos egipcios, pero tampoco cochambres infantiles.

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