Mañanita jugosona en la que el telefonillo crepita, lanza chispas y reclama paciencia. Me atraviesa el pánico cuando desde el otro lado me dicen muy ... categóricos lo de «tú que estás en los medios...», A ver cómo les explico que uno no se dedica a los pronósticos y tampoco utiliza cuando el desayuno una bola de cristal propia de nigromantes. «Tú que estás en los medios seguro que sabes mucho de todo esto...». Y uno no tiene ni idea porque los acontecimientos se precipitan sobre nuestras chepas. Hombre, que Mazón dimitía estaba cantado, pero sobre los posibles escenarios que demarran ahorita mismo no me atrevo a lanzar teorías más allá de lo obvio...
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Mazón perdió esa cosa tan cursi que denominamos «relato» desde el primer segundo. Cometió errores y lo ha reconocido. Y los errores se pagan. La condición humana, ante la catástrofe, necesita buscar culpables. Y a ser posible, con un solo culpable nos conformamos porque si encontramos varios nos perdemos, nos despistamos, no nos centramos. Nuestra ira se canaliza hacia una persona. Si nos fijamos en las películas de James Bond, por ejemplo, aparece un malvado que el agente con licencia para matar debe castigar. Un malo. Sólo uno. El malo de este drama fue Mazón y le tocó pagar el pato. Méritos no le faltaron, desde luego. Su final ha cristalizado en una larga agonía que no le deseamos ni a nuestro peor enemigo. Los insultos que le dedicaron cuando el funeral laico resultaron letales, pero claro, ¿cómo le vamos pedir contención a los familiares de la víctimas, a los que perdieron a sus seres queridos? Mazón se aparta porque no le quedaba otra salida, la oposición, incluso los del fuego amigo, por fin se cobran su pieza. Pero no nos engañemos, en este juego Mazón no deja de ser una pieza de caza menor porque lo suyo fue puro atolondramiento, genuina bizoñez, escasa astucia. Sería, pues, injusto, que las responsabilidades se cierren con él ahora que abandona la poltrona de President. Mazón pecó de suprema inutilidad. Sin embargo, lo de Sánchez fue auténtica maldad. El galgo de Paiporta sonríe pero su mueca representa su desfachatez.
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