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Pura vida

¿Divino tesoro?

Ramón Palomar

Valencia

Lunes, 27 de octubre 2025, 23:40

Crecí bajo el lema que nos aseguraba lo de «qué grande es ser joven», pero en realidad nunca fue fácil ser joven porque a esas ... edades uno se inicia hacia el cruel mundo bajo la confusión, el balbuceo, el titubeo más patético, el despiste, el hambre de aprender y la fantasmagórica sombra de un futuro que se presenta incierto. Lo único bueno de la juventud es que, en general, la salud te acompaña y las tropelías apenas te pasan su factura cuando el día siguiente. Y que te amoldas a todo en una suerte de resignación confortable. ¿No tengo dinero? Bueno, pues ya me buscaré la vida.

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No, nunca fue ni grande ni fácil ser joven. Pero ahora sospecha uno que es imposible ser joven. Una vez han agotado el Erasmus, los viajes mochileros de bajo coste y algún que otro desparrame, ¿qué? Pues un verdadero asco porque intuimos que la nada se abre bajo sus pies ante la falta de perspectivas decentes. Los trabajos se pagan mal, o fatal, o lamentable, o muy triste. Los sueldos en España rozan el subsuelo y con lo que cobra un joven, uno recién titulado con sus másters y su parafernalia, la esperanza no se vislumbra al final del túnel. Y lo de emanciparse, si ya en mi años mozos resultaba un anhelo que rara vez se podía conseguir antes de los treinta, hoy es otra misión imposible. La vivienda destila un perfume como a lejano espejismo de película de terror. Comprar un apartamento, un pisito, o un mero pisucho con desconchados que imitan las caras de Bélmez (un clásico friki que adoro), no es sino quimera al alcance de los escasos privilegiados que heredan la morada de la abuela o la de los padres. No, no me gustaría nada ser joven estos días porque me deslizaría por la pendiente de la laxitud. En nuestro país sufrimos una importante crisis de natalidad. No me extraña, a nadie le apetece traer criaturas con la actual falta de oportunidades.

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