Bazar de Correos
La tarde apestaba a bochorno calórico pero tuve que acudir hasta una oficina de correos a recoger un mondongo. Me armé de valor, también de ... pantalones cortos, y salí como ese explorador que se resigna a cruzar el desierto sin cantimplora. Los funcionarios que atendían se mostraron amables, diligentes. Una de ellas marchó hacia la rebotica para agarrar el paquete, mientras tanto, observé el local. Se plantificaban estanterías con libros, cuentos infantiles, muñecos, cuadernos, lápices y otros objetos emparentados con un bazar chino. Aquello despertó mi curiosidad. Me pareció extraño ese tono de comercio multiusos en una oficina de correos. Faltaban pan y bollería, eso sí.
Aprovechando la bondad de la funcionaria, pregunté: «Perdona, ¿estas cosas se venden?». Contestó que sí. «Y también tenemos paraguas...», añadió. Seguí mi investigación: «¿Y quién elabora la selección de los libros que se venden?». No tenía ni idea. Me puse simpaticote y apunté: «Esto es un poco friki, ¿no? Una oficina de correos que además vende cacharrería...». Ella alzó los hombros y sonrió. Antes de largarme eché un vistazo sobre los libros. Autores malejos y, casi todos extranjeros. En cualquier caso, ningún valenciano. Ni Posteguillo, ni Juanjo Braulio, ni González Pons, ni Jordi Llobregat, ni Santiago Alvárez... Ya que venden prosa, hombre, al menos resultaría decente promocionar a los autores del terruño y no ofrecer un gazpacho mayormente foráneo de dudosa calidad. De regreso a la 'palocueva' cavilé acerca de esos funcionarios. Ganas una oposición y luego también realizas tareas de tendero. Honrada faena, sin duda, pero no del todo acorde con sus funciones, imagino. A Correos llegó de jefe un amigacho enchufado por Sánchez que no tenía ni idea y palmaron cientos de millones. Me temo que con las ventas minoristas no van a cicatrizar aquellos agujeros.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.