Sin arte, la vida sería un error
Con ansias de aprender y de olvidar recorremos una de las principales rutas museísticas de Valencia: Botánico, Beneficencia, IVAM y El Carmen
RAFA MARÍ
Domingo, 22 de junio 2025, 23:34
La frase del titular es y no es de Nietzsche. Lo esencial del aforismo pertenece al filósofo alemán, pero él lo dijo así: «Sin ... música, la vida sería un error». Con ansias de aprender y ansias de olvidar la crudeza 'pánico' de la peor política, este cronista recorrió el pasado martes una de las principales rutas museísticas de Valencia: la sala de exposiciones del Botánico y tres museos imprescindibles: el Centro La Beneficencia, el IVAM y el Centro del Carmen.
Hasta el 31 de agosto puede verse, en la Sala Hort de Tramoieres, 'Botanica Amoris', de Pablo San Juan. Una declaración de amor a las flores y las plantas, con una sensibilidad cercana a los resortes vitales de la infancia. Cinco vitrinas y decenas de impresiones con tintas pigmentadas sobre papel. Me fascina el vocabulario botánico: 'Calceolaria herbeohybrida', 'Erythrina afra', 'Hoya carnosa' y -llega la obra maestra nominal- 'Caecitas ad plantas: Ceguera Vegetal'.
Por Quart llego a la calle Turia. Muchos recuerdos: allí tuvo una tienda de marcos el pintor Anzo (José Iranzo Almonacid; Utiel, 1931-Valencia, 2006) y en esa calle mantuvo durante años un taller de trabajo el Equipo Crónica (Manolo Valdés y Rafael Solbes). En cuatro minutos llego al Centro Cultural La Beneficencia, en la calle Corona. El museo está en obras de rehabilitación de su fachada. En una de sus salas veo la curiosa exposición 'Fadrines. Que la vida només és casar-se?'. La muestra nos recuerda antiguas y reaccionarias sentencias populares en torno a este tema: 'Fadrinota que passa dels trenta, de ràbia rebenta'. Hasta el 25 de septiembre.
De la calle Corona al IVAM (recorrido algo peligroso para el peatón: desde hace meses ese tramo también está en obras, y es intenso el tráfico de vehículos a toda pastilla). En el museo de Guillem de Castro (inaugurado en 1989 y muy prestigioso, pero con unos últimos años difíciles), veo dos exposiciones. Una, 'El movimiento de la idea' (hasta el 14 de septiembre), de Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937). No la entiendo muy bien. Intuyo que su conceptualismo extremo evoca el momento actual en el que resulta difícil entender lo que nos pasa. Dos, la de Soledad Sevilla (Valencia, 1944), 'Ritmos, tramas y variables' (hasta el 12 de octubre). Me dejo llevar por sus colores y líneas geométricas, con algo de pintura operística. Para Soledad Sevilla pintar es un acto desesperado. Un combate a vida o muerte.
Por la calle Blanquerías se llega enseguida al CCCC (preciosas cuatro 'C': Centro de Cultura Contemporánea del Carmen, en la calle Museo; último y brillante capítulo de la ruta). Da gusto recorrer las salas de este museo lleno de vida, ahora bien gestionado, y con numerosas propuestas interesantes, una vez superada, con cristiana paciencia, la crudeza política de hace dos años. Manteniendo, como al principio de la ruta, las ganas de aprender y olvidar, vi tres estupendas exposiciones en el CCCC, con montajes sensibles y a la vez espectaculares: 'Valencia en el alma de los artistas' (Artistas valencianos en la Colección Carmen Thyssen, hasta el 29 de junio); '37 ilustres ilustrados: homenaje a pintores valencianos', hasta el 21 de septiembre, y 'Cosas que hacen Clac. La cerámica del arte', hasta el 14 de septiembre.
Tenía razón Nietzsche: sin arte, la vida sería un error.
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