Fontanería fina
PÍO GARCÍA
Jueves, 29 de mayo 2025, 23:31
El gremio de los fontaneros siempre me ha despertado una profunda admiración. De niño los veía llegar a casa, armados con herramientas de una solidez ... apabullante y huellas de grasa en los buzos azules. Tenían el gesto cansado de quienes han visto muchos baños y, por lo tanto, conocen las miserias ajenas. Luego se agachaban dificultosamente bajo la fregadera, husmeaban en las cañerías, las desencajaban, las cogían con unos dedos gordos como los tubos de un órgano barroco y, tras poner cara de estar sopesando graves alternativas geopolíticas, resolvían que tenían que bajar a la tienda a comprar nuevas piezas.
Los fontaneros encontraron más tarde una salida profesional inesperada en las películas porno. La entrada en escena era parecida, aunque por alguna razón enseguida se les fastidiaba el aire acondicionado y allí empezaba a hacer un calor sahariano, incompatible con las batas y los buzos azules. Sin embargo, nunca quedaba muy claro en qué consistía la avería y cómo la habían resuelto. A los amantes del cine y a los devotos del bricolaje eso nos dejaba un regusto amargo en la boca. Las cosas hay que explicarlas bien. ¡Qué descuidos! ¡Qué lamentables fallos de guion!
La egregia figura de Leire Díez nos ha permitido recordar que también la política necesita sus fontaneros, que quizá tengan más que ver con el segundo tipo que con el primero. Como país, deberíamos, sin embargo, exigirles un poquito más de categoría y refinamiento. El añorado Carromero, Koldo, Leire... No se trata de que pedirles que beban martini con vodka, pero tampoco es necesario que acaben dándose tan salvajemente al farias rechupeteado y al garrafón de anís.
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