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En cualquier asunto de interés público que ahora mismo se aborde en Valencia hay que empezar matizando: en la medida en que la dana lo ... permita... Porque la dana, desgraciadamente, lo condiciona todo. Las inversiones, los proyectos, la estrategia política. Así que entiendo y asumo, faltaría más, que si pides cambios en la EMT o reformas en una plaza, los responsables municipales te van a contestar que lo primero es lo primero y que antes están las pedanías afectadas por la riada. Por supuesto, responderé yo, pero la ciudad no se puede parar y al igual que dentro de un mes vamos a tener Fallas y fiesta y mascletaes y luces en las calles, no es lógico que se aparquen o se retrasen sin fecha iniciativas que son inaplazables porque afectan a una gran mayoría de ciudadanos y a la calidad de vida de Valencia. La EMT es una de ellas, tal vez la que reclama una mayor atención por parte del equipo de gobierno de María José Catalá. Porque los ocho años del dúo dinámico Ribó-Grezzi la descapitalizaron, en todos los sentidos. Fue la etapa del robo en la cuenta, de las cocheras quemadas, de los autobuses incendiados en calles y avenidas, de los cambios de líneas absurdos, de las frecuencias de paso incumplidas, del dineral gastado en marquesinas. Un completo desastre. Y si ya en 2015 la compañía precisaba de una reforma a fondo para modernizarla y hacerla más eficiente, ahora pide a gritos una revolución. Con más y mejores autobuses, con la incorporación de articulados para poder transportar a más viajeros, con líneas exprés que no tengan tantas paradas y circulen por vías con carril sólo bus, con sistemas de información fiables. Y todo eso sólo se puede hacer con más dinero, porque los autobuses no se conducen solos, y además de los conductores hace falta personal de mantenimiento. Y una completa remodelación de la red, que viene a ser la misma de hace cincuenta años, con las lógicas ampliaciones que se han producido por la propia expansión de la ciudad. Ya no todo pasa por el casco histórico, hay otras centralidades, y eso se tiene que reflejar en el mapa de la EMT. Sin descuidar a los afectados por la dana, sin dejar de cumplir los compromisos adquiridos con las pedanías afectadas, la EMT es uno de los grandes retos que el Ayuntamiento de María José Catalá tiene por delante. Y no lo tiene demasiado difícil, porque cualquier cosa que haga va a ser más de lo que hizo la corporación anterior, que lo confió todo a la bici. (Total, para que luego sean casi todo patinetes). La EMT no puede esperar, la movilidad de Valencia está en juego.
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