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Pasé el sábado por la plaza de Tetuán y al ver los desconchados del palacio de Cervellón recordé la imagen, ya lejana en el tiempo, ... allá por la década de los noventa, cuando el histórico edificio se encontraba apuntalado a la espera de una restauración que lo convertiría en sede del archivo municipal y una parte de la fachada se resquebrajó, amenazando con derrumbarse en cualquier momento. Afortunadamente se pudo salvar y poco después comenzaron las obras. La que había sido residencia oficial de los Reyes de España en sus visitas a Valencia, el escenario en el que Fernando VII derogó la Constitución de 1812, recuperaba su esplendor perdido. Tras la riada del 57, Valencia entró en una fase de desarrollismo que trajo varias nefastas consecuencias: barrios en la periferia sin servicios públicos y mal planificados y un centro histórico pensado para los coches y en el que palacios y caserones podían ser víctimas de las excavadoras para dar paso a nuevas construcciones, como ocurrió con tantos inmuebles lamentablemente desaparecidos en la Ciutat Vella y en el Ensanche. La plaza de Tetuán es de alguna forma el resultado de todo aquello. Una calzada demasiado amplia, un espacio ruidoso, poco amable. Y con un edificio años setenta a la vera de Cervellón, a mayor altura, despreciando su rango, su valor histórico. Al otro lado de su fachada, Montortal aguarda una restauración que acabe con la horrible red colocada para evitar que la caída de cascotes pueda dañar a un transeúnte. A pocos metros, la Fundación Bancaja, uno de los focos culturales más activos y visitados de Valencia y que ha sabido aprovechar bien la crisis del IVAM para ganar protagonismo. Y enfrente, el antiguo convento de Santo Domingo, uno de nuestros mejores monumentos, antigua Capitanía General y hoy sede del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad. En definitiva, un conjunto, el de la plaza, de extraordinario valor que precisa de un entorno más estudiado. La plaza de Tetuán es una 'no plaza', una calzada que conecta la marginal del viejo cauce con la ronda de Colón-Xàtiva-Guillem de Castro. No todo va a ser la plaza del Ayuntamiento, hay otros lugares emblemáticos de Valencia que merecen atención. Una pensada, un estudio de diseño urbano. Esas paradas de autobuses que Grezzi puso delante del convento, por ejemplo, están pidiendo un traslado. En realidad, toda la ronda interior, la ruta del desaparecido y añorado 5, merece un tratamiento especial, no sólo la calle Colón. Los desconchados en Cervellón deberían ser la alarma que provoque que algo se mueva en la plaza de Tetuán.
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