Borrar
IRENE MARSILLA
La jueza de la dana
Belvedere

La jueza de la dana

Con Baltasar Garzón comenzamos a saber que los titulares de los juzgados españoles tienen cara, nombre y apellidos, virtudes y defectos, fobias y filias

Pablo Salazar

Valencia

Jueves, 24 de abril 2025, 00:04

Cualquier tiempo pasado no fue mejor sino diferente. ¿Cuándo empezamos a saber quién era el juez que instruía una causa? Y a ver su cara ... porque hasta ese momento no sabíamos cómo eran, qué aspecto tenían. Probablemente, todo arranca con Baltasar Garzón, el primer juez estrella. Que un buen día decidió dar el salto a la política -de la mano de Felipe González- y hablar en público. Y ese día se acabó todo. Su voz aflautada arruinó la imagen que se había labrado en la Audiencia Nacional. Después de él vinieron muchos otros: Castro, Pablo Ruz, Mercedes Alaya, el hoy ministro Grande-Marlaska, Pedraz... O los del 'procés', Manuel Marchena, presidente de la sala que juzgó el golpe de Estado, y Pablo Llarena, el instructor. O García-Castellón, ya retirado y señalado ahora como «corrupto» por la extrema izquierda. Algunos, como el citado Marlaska o Margarita Robles, han acabado en la política mientras otros lo han hecho en la crónica rosa. Santiago Pedraz, con su aspecto de marqués económicamente venido a menos pero que conserva una magnífica apariencia, ha llegado a protagonizar portadas de revistas del corazón y a acaparar tertulias televisivas no para comentar sus pronunciamientos judiciales sino sus devaneos amorosos. ¿Era mejor el secretismo que en tiempos pasados envolvía la actuación de los representantes del Poder Judicial? Sí y no. Se han hecho humanos y con ello han perdido cierto aura. Si las sentencias de hace años revelaban a unos juristas con escasas capacidades para transmitir de forma clara sus conocimientos y sus decisiones, las grabaciones de los juicios nos muestran sus tics, su impaciencia con abogados y testigos, sus defectos y sus virtudes. Como cualesquiera otros profesionales. Pero entonces, vuelvo a la pregunta, ¿estábamos mejor antes o ahora? Viendo algunos autos de la ya famosa jueza de la dana -la titular del juzgado de instrucción número 3 de Catarroja- empiezo a pensar que hemos retrocedido más que avanzado. Que algunos, o en este caso algunas, se han venido arriba, se lo han creído y hasta se han gustado. El recurso a la ironía debería estar vedado para los autos judiciales. Hechos y aplicación del derecho, sin adornos. Y más cuando estamos hablando de una tragedia con 228 víctimas. Con Zapatero empezó todo, escribo cada vez que quiero referirme a la degradación del ambiente político en España. Con Garzón empezó todo, habrá que decir cuando intentemos situar el origen del fenómeno de los jueces estrella. Esperemos que la de Catarroja no acabe integrando la cada vez más alargada lista.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias La jueza de la dana