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IVÁN ARLANDIS

Compromís pudo pararlo

A los románticos que soñamos con quedarnos en el viejo Mestalla sólo nos queda llorar y lamentarnos. Hubo oportunidades pero se desaprovecharon

Pablo Salazar

Valencia

Viernes, 24 de octubre 2025, 23:48

Acudí el jueves por la tarde al colegio Guadalaviar (siempre que entro, rindo callado tributo a Fernando García Ordóñez, autor de esta magnífica obra junto ... a José María Dexeus Beatty) , donde una asociación, Libertad VCF, presentaba un proyecto de remodelación de Mestalla que al final resultó ser un TFG (Trabajo Fin de Grado) de un recién graduado. El valencianismo no quiere irse de su casa de siempre, la que visita cada quince días desde 1923 y que ha conocido una guerra y una riada pero también triunfos memorables, finales de Copa, partidos internacionales, un Mundial... Mestalla (desde esta columna lo venimos defendiendo desde 2004) debería haberse ampliado y modernizado, como han hecho la mayoría de los clubes españoles. El nuevo estadio fue un error desde el minuto 1, por su emplazamiento y por los excesos de su diseño. Pero, sobre todo, por menospreciar el valor del viejo Mestalla. En el acto, un representante de la entidad convocante soltó un discurso político sobre la actitud de los partidos valencianos acerca de su propuesta de que el Valencia se quede en Mestalla y no se traslade a la avenida de las Cortes Valencianas. Por resumirlo, todos mal. Catalá, buenas palabras pero quiere el estadio nuevo; el PSPV, fatal; Compromís, lamentable; y Vox, también mal. Terminó su alegato con el clásico «son todos unos sinvergüenzas», que es el recurso/insulto habitual de quien no dispone ni de muchos argumentos ni de excesivas herramientas dialécticas. (Lo peor no fue eso sino que el respetable, más de cien personas, le dedicara una ovación al terminar el mitin). La realidad es más compleja y no se puede despachar con un simple y vulgar «son todos unos sinvergüenzas». El PP de Catalá está atrapado por su pasado, un pasado en el que no tuvo que ver la actual alcaldesa pero sí Rita Barberá, impulsora junto a Juan Soler del proyecto de nuevo estadio. ¡Como para echarse atrás ahora! Quien pudo haber cambiado la herencia envenenada que recibió en forma de estadio paralizado fue Compromís, que gobernó la ciudad entre 2015 y 2023 en coalición con el PSPV. Pero en la Alcaldía estaba Joan Ribó y a Joan Ribó el fútbol en general y el Valencia CF en particular no le interesaba lo más mínimo. Llegaba con su bicicleta al Ayuntamiento (hasta que dejó de hacerlo para pasarse al coche oficial), despachaba tres asuntos y le decía a sus colaboradores que se iba a «ferçe el esmorzaret». Y mañana será otro día. Sin las ataduras del PP, Compromís pudo solucionarlo. Ahora, desgraciadamente, es tarde. A los románticos apenas nos queda llorar y lamentar las oportunidades perdidas.

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