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EFE

Nadie se atreve con los patinetes

Han acabado por adueñarse de la red de carril bici con velocidades y, en algunos casos, actitudes temerarias que ponen en peligro a peatones y ciclistas

Pablo Salazar

Valencia

Lunes, 2 de junio 2025, 23:56

La semana pasada vi a un... ¿patinador, patinetista, conductor de patinete...? circulando en contradirección por la calzada, en el tramo de Tres Forques comprendido entre ... la calle Misericordia y los edificios de la Ciudad Ros Casares. Los he visto hacer eslalon y sortear a los peatones como si estuvieran bajando una montaña en los Juegos Olímpicos de Invierno, ir dos en el mismo vehículo, por supuesto sin casco, saltarse semáforos, adelantar autobuses... Y no sólo por Tres Forques, que vendría a ser una especie de OK Corral sin orden ni ley y en la que los únicos policías que pasan son los que proceden de la comisaría de Patraix camino de otros destinos. Sino en el mismísimo centro urbano, en Periodista Azzati, subidos a la acera que discurre por la fachada lateral del Ayuntamiento de Valencia. Casi, casi, en modo recochineo. Ahora se va a construir un carril bici en Tres Forques, bienvenido sea, pero en realidad habría que cambiarle el nombre a la red. Porque lo que empezó siendo carril bici ha acabado transformándose en carril sobre todo de patinetes. Con velocidades que superan a las de las bicicletas. Lo observo a diario por el eje de Colón-Xàtiva-Guillem de Castro, cuando adelantan y superan con facilidad a las pesadas máquinas de Valenbisi. No digo que no sean una buena opción para la movilidad urbana. No contaminan y no ocupan espacio de aparcamiento. Pero tienen sus peligros y como cualquier actividad que influye en un espacio colectivo como es la vía pública, necesita ser regulada. Lo sé, sé que lo está, que la Dirección General de Tráfico estableció una serie de normas de obligado cumplimiento para estos vehículos. Pero luego viene la segunda parte, la de perseguir a los infractores, especialmente a los reincidentes y a los que directamente se burlan de la autoridad. No basta con una campañita de una semana, y no puede circunscribirse a algunos barrios de la ciudad, transmitiendo la sensación de que hay otras áreas en donde impera la ley de la selva, la del más fuerte. Y el más fuerte, entre peatones, ciclistas y ¿patinadores, patinetistas, conductores de patinete...? es claramente este último. La bula para hacer lo que quieran y la permisividad en el transporte público debe acabar ya. Y corresponde a todas las administraciones, no sólo a la municipal, investigar la peligrosidad de la recarga de las baterías de los patinetes, que ya han ocasionado incendios en vagones del tren y del metro y en un aparcamiento. Antes de que los patinetes se conviertan en un problema sin solución, pónganse manos a la obra, que están a tiempo.

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