Ser español como único mérito
La Conselleria propone crear una bolsa de empleo para ser interino por la cual solo con inscribirse se podrá ser funcionario. Solo para españoles y sus cónyuges
Aunque los sindicatos docentes sean muy de izquierdas, mayoritariamente, el acceso al empleo público es el último reducto a los postulados más cercanos a VOX: ... para españoles y solo para españoles. Cierto es que hace unos años la normativa eliminó diferencias entre las nacionalidades de la UE. En cualquier caso, en las convocatorias docentes se mantiene el requisito de contar con la nacionalidad española (o europea) para poder ser docente en la pública, con la principal excepción, ¡anda!, de que también pueden presentarse sus cónyuges mientras no estén separados.
Cuánto contrasta con la vehemencia habitual con la que estas organizaciones denuncian las discriminaciones y exclusiones laborales que se encuentran en el mundo del empleo las personas que vienen a España a ganarse la vida. La viga en el ojo propio no tapa ninguna de las miradas atentas, y necesarias, que justifican sus denuncias. Sin embargo, en ningún caso se les escucha criticar que esta normativa se fundamenta en criterios que en otros ámbitos no dudarían en calificar de franquistas como la nación o el matrimonio. Quién diría que lo que defiende la llamada extrema derecha para empleos y subvenciones es una versión tibia de lo que rige para el funcionariado.
Este requisito de nacionalidad se mantiene en el borrador que la Conselleria ha presentado a los sindicatos para una nueva organización de las bolsas de interinos, es decir, el listado de docentes del que tira la Administración para cubrir las vacantes y sustituciones que se dan entre oposiciones. Y en dicho borrador se incluye una novedad: el sistema dinámico de incorporación abierta por el cual, sobre el papel, para trabajar en la pública solo bastará apuntarse... y ser español. Obviamente y cumplir los requisitos de titulación.
El tema de los interinos en la escuela pública es espinoso y se debate entre la necesidad de la Administración de hallar personal que acepte las ofertas de empleo y la defensa sindical de los derechos adquiridos por los que ya ocupan estos puestos temporales. Al fin y al cabo, si a alguien se le ha contratado, se entiende que es idóneo por lo que no habría que dudarlo para el siguiente llamamiento. En paralelo, muchas veces la Conselleria se las ve y se las desea para encontrar candidatos, porque hay especialidades más difíciles que otras, porque hay puestos parciales y alejados de las grandes poblaciones, o porque las listas en las bolsas son tan largas como sus desactivaciones: docentes que figuran pero que señalan que por ahora no les llamen.
Para solventarlo, la Conselleria propone esta fórmula, a la que los sindicatos a priori no se niegan siempre que se mantenga el actual orden en las listas.
¿Qué significa esta nueva bolsa? Que tú te apuntas sin pasar ningún proceso de selección, solo cumpliendo los requisitos, y si tienes la suerte de ser llamado, te consolidas en la bolsa para siempre y además acumularás experiencia, es decir puntos, para algún día convertirte en funcionario de carrera con una oposición.
¿Mérito? Ser español, por ejemplo, o casarte con uno o una ¿Capacidad? La que te dan los estudios, como en cualquier empleo ¿Competencia? Ninguna, porque el llamado será por orden de inscripción ¿Publicidad? Esto sí, porque el proceso será transparente y público.
Una incoherencia más de lo que se dice qué es la función pública y lo que se hace. Ni siquiera tiene importancia, porque el mal grave y oculto en la Administración es la interinidad en los puestos, no de las personas. Una lavadora silenciosa por fuera cuyo interior no deja de dar vueltas.
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