La conselleria aprovechó la puesta en marcha de la evaluación diagnóstica para presentar los resultados de la del curso pasado. El resumen oficial: "Más de ... la mitad del alumnado demuestra un alto rendimiento en Matemáticas, Castellano, Valenciano e Inglés". Es una novedad que la Administración rinda cuentas de los resultados de un sistema educativo en el que invertimos miles de millones de euros cada año. Es tradición que las cuentas que rinde sean casi más opacas que el silencio.
El resultado destacado es fruto de la metodología. Se trata, me informa la propia Administración, de un análisis denominado TRI (Teoría de Respuesta al Ítem) que "si la prueba está bien diseñada, esta variable se distribuye normalmente como una campana de Gauss". En definitiva, calculada la mediana, alrededor de la mitad se distribuye en los niveles "bajos" (niveles 1, 2 y 3) y la otra mitad en los "altos" (4, 5 y 6). La otra consecuencia debería ser que la mayoría de los estudiantes se concentren en los niveles del medio, es decir, en el 3 y 4.
Por eso, que la mitad del alumnado se sitúe en los niveles que la Conselleria denomina altos es lo esperable. La conclusión no es que nuestros alumnos tengan un rendimiento alto, sino que "refuerza la fiabilidad del modelo".
Pocas conclusiones se pueden obtener más de la información aportada. Sobre todo porque a la falta de datos se suma la escasez de explicaciones. Por tanto, solo me queda preguntar, que no afirmar, el diferente comportamiento que tiene el área de Matemáticas con el de las áreas lingüísticas evaluadas. En estas, efectivamente, la distribución por niveles es la esperada, y los centrales acumulan el mayor porcentaje de alumnado. No ocurre con Matemáticas, especialmente en 2º de ESO, que en lugar de una Campana de Gauss el gráfico dibuja un vado, en el que los niveles inferiores (1 y 2) concentran el 35/40% del alumnado (según ítem), y lo mismo los niveles 5 y 6. A falta de explicación, solo puedo advertir del susto de que una cuarta parte de los adolescentes estén en el nivel más bajo del rendimiento. Según el Marco Teórico del INEE, eso es un rendimiento muy bajito.
Es una pena que averigüemos tan poco tras evaluar a más de 90.000 estudiantes, que son muchos estudiantes y bastantes horas de prueba. Confiemos en que el tiempo eleve la utilidad de tanto esfuerzo. Lo digo porque junto con la evaluación se realiza una encuesta de contexto que pregunta, por ejemplo, la lengua del alumno en su hogar. Así, nuestra política lleva una década, desde el decreto de plurilingüismo del Botànic hasta la Ley de Libertad Educativa, argumentando y contraprogramando normativa lingüística. Aquel decreto referenciaba, como único sustento científico, un estudio reducido de los años noventa sobre la enseñanza en valenciano. Ahora, la Administración tiene, de manera censal, en Itaca las notas de cada alumno y en qué lengua estudia, y con esta evaluación su rendimiento competencial y su lengua materna ¿No cabe realizar una investigación científica que sustituya tanta polémica lingüística?
La OCDE tiene la costumbre, con el Informe PISA, de liberar los microdatos para que se puedan hacer estudios significativos. Es tal el riesgo político -¡información libre y accesible!- que no es una práctica española. De hecho, la Lomloe prevé otra evaluación (EGS) que permitirá comparar autonomías. Ya les digo que no hay apoyo nacionalista al Gobierno que aguante varias ediciones de una comparativa así.
¿Saben por qué el Informe PISA tiene tanto impacto? Deben venir de fuera para explicarnos nuestra escuela.
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