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Exactamente hoy se cumplen dos años de las últimas elecciones autonómicas y municipales. Tal día como hoy, 28 de mayo (pero en 2023) era domingo ... y nos disponíamos a votar. LAS PROVINCIAS abría la portada en un color poco habitual: negro y de tema central un fotomontaje que unía 'falsamente' a todos los candidatos en liza ante la dificultad de juntarlos.
Jesús Trelis, director de este periódico, bautizaba su Plaza Redonda con un revelador titular: 'Foto im-posible' dando cuenta ya de un clima político, ya por entonces, complejo, recordando -al futuro ganador- que gobernar «es firmar un contrato que obliga a gobernar para todos».
Dos años después, de todos los que componían esa foto de familia imposible sólo permanecen dos: Carlos Mazón presidente de la Generalitat -cuyo contrato de gobierno con los valencianos sigue vigente- y Joan Baldoví candidato de Compromís. Los cuatro restantes, Ximo Puig del PSPV, Mamen Peris de Ciudadanos, Carlos Flores de Vox o Hector Illueca de Podemos han cambiado, en distintas direcciones, su destino laboral. París es la ciudad que acoge desde entonces al expresidente Puig -más centrado en labores de representación-, Peris e Illueca han vuelto a sus respectivas profesiones y Flores ha cambiado el parlamento valenciano por las Cortes generales.
Pero 730 días después nada ha vuelto a ser igual en la Comunidad Valenciana, nada salvo aquel revelador fotomontaje de desunión política que, lejos de cambiar por razones evidentes, se ha acentuado aún más. La riada se ha llevado por delante la vida de 228 valencianos, pero también las ilusiones de decenas de miles de familias, autónomos y pequeños comercios que han visto truncados sus planes. Nunca, nadie esperábamos que pudiera suceder algo así.
Si la política necesitaba una excusa para cambiar hacia la unidad, para aparcar rencillas, ese motivo debía haber sido, sin ningún género de duda, la riada del 29 de octubre. Es así como se comporta la sociedad en cualquier otro ámbito. Hasta las familias más enfrentadas o las empresas con más dificultades son capaces de aparcar sus diferencias para reponerse, por ejemplo, ante una grave enfermedad o una crisis.
Resulta descorazonador comprobar cómo ni la situación tan extraordinariamente grave vivida moviliza por derecho y por sí sola la unidad política para avanzar mejor y más rápido. Aunque fuera coyuntural y momentáneamente.
Eso no quiere decir que las administraciones no estén haciendo cada una su trabajo. Que si lo hacen y el caso más destacado las infraestructuras y los residuos. Dos áreas que capitanea el Conseller Martínez Mus que ha movilizado con diligencia, efectividad y éxito un área especialmente damnificada. Carreteras, puentes y en breve el conjunto de la red de Metro Valencia han vuelto a la normalidad en tiempo récord.
La imposible fotografía de familia, de unidad y de compromiso común que avanzó LAS PROVINCIAS hace dos años parece, lamentablemente hoy, aún más inalcanzable. Y todo en el preciso momento en el que más lo necesitamos los valencianos. ¿No les parece?
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