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Existen preocupaciones, retos o inquietudes familiares que son ciertamente transversales y democratizadoras. Tarde o temprano, con más o menos intensidad, pero nos afectan a todos ... por igual.
Las familias con hijos en edad escolar estamos atravesando, justamente ahora, esos difíciles días que bien podrían calificarse (como dejó escrito Carmen Martín Gaite) de cierta «nubosidad variable». Especialmente para los niños de 3 años que empezarán el próximo curso su vida escolar y también para los que ya, con la mayoría de edad, se disponen a decir adiós a las aulas. Dos momentos vitales separados entre sí por 15 años que parecen tan lejanos entre sí pero que, en la práctica, pasan a gran velocidad. ¿Verdad?
En unos casos presentados todos los papeles, hoy empieza el tic tac del tiempo de descuento para saber en qué colegio han admitido a tu hijo para iniciar la educación infantil. Una decisión fundamental en sus vidas. Nada más y nada menos que más de 35.000 familias valencianas están pendientes de ese proceso y de que se publiquen próximamente las listas de admitidos. En la práctica, un auténtico movidón lograr casar las preferencias de los padres, la fuerte demanda que registran determinados colegios públicos y concertados donde no caben todos los que quieren ir.
Días clave también para los más de 20.000 jovenes que cierran su etapa escolar. Llevan semanas de mucho estudio y presión (¿demasiada?) conscientes de que se la juegan, terminando ahora los exámenes finales y preparándose para la prueba PAU (Prueba de Acceso a la Universidad), antes Selectividad, que será la primera semana de junio. Un último empujón para lograr los mejores resultados de los que dependerán, en buena medida, sus destinos profesionales. Un examen que, lamentablemente y pese a que las comunidades del PP sí que han unificado criterios, sigue sin ser el mismo en toda España. Una injusticia más en un sistema que se deja en el camino demasiadas vocaciones perdidas en profesiones donde lo es todo. ¿Cuántos aspirantes a médicos, enfermeros o ingenieros conocen que no han podido hacer la carrera que querían por unas pocas décimas?
Hay retos que debemos resolver como sociedad y charcos en los que conviene meterse para dar soluciones a problemas reales como es éste que sabemos de sobra que tenemos.
Hace falta ser valientes como, por ejemplo, lo ha sido el conseller Rovira preguntando a los padres en qué lengua base quieren que estudien sus hijos. Le llovieron críticas de determinados sectores, hubo mucho ruido pero, al final, lo importante es que los padres participamos y respondimos en libertad. Y la solución ya está en marcha. El año que viene ya se han habilitado todas las unidades que hacían falta para que el 99,67% de los niños de educación primaria estudien de acuerdo a lo que sus padres quieren. Y no lo que les impongan. Un caso de éxito a imitar. ¿No les parece?
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