La Octava del Corpus

La solemnidad se inicia por la mañana con el canto de laudes, y después sigue una eucaristía con la interpretación de cantos gregorianos. Al término de la misa, y siguiendo uno de los ritos establecidos por el prelado, se ofrecen doce ramos de espigas al Santísimo, que permanece expuesto en el altar mayor de la capilla.

Las celebraciones vespertinas comienzan con los cantos de vísperas en gregoriano y también el de completas. Posteriormente, la Custodia del Patriarca recorrerá el claustro del colegio bajo palio en una procesión única en su género. Cada seis pasos se inciensa y se lanzan pétalos de rosa a su paso, seguida por un preste que luce la misma capa que regaló la reina consorte Margarita de Austria a San Juan de Ribera en 1599 con motivo de su boda con Felipe III en Valencia, según señalan los documentos del propio Patriarca.

Acabada la solemne procesión, se cantan las letanías, con letra de San Juan de Ribera y música de Juan Bautista Comes. En su conjunto, esta combinación consigue transmitir a los fieles la hondura de la devoción y la sensibilidad artística del fundador, que creyó posible acercarse a Dios por medio de la belleza. Uno de esos puntos de donaire es la interpretación de cantos en gregoriano; modalidad que todavía se mantiene en unos pocos monasterios en España y que en nuestra ciudad está vigente en el Patriarca. Participar de esta ceremonia es sentirse profundamente embriagado por el entramado en el que, después de los siglos, es perceptible la huella de su fundador.