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Si necesitan más ayuda que la pidan». Seis meses después, Pedro Sánchez va a tener la oportunidad de demostrar cuánto vale su palabra y cuál ... es su grado de compromiso real hacia los valencianos. Podrá hacerlo el próximo 6 de junio durante la Conferencia de Presidentes, cuando el President le pida -por enésima vez- desbloquear el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) para hacer frente al déficit acumulado que arrastramos. Solo en facturas debidas a proveedores se exceden los 1.450 millones de euros, mientras que la deuda de la Generalitat ya supera los 60.000 millones de euros, una cifra que ahoga la capacidad financiera de la Comunitat.
Y salvo que lo que se busque sea llevar a nuestra autonomía al borde del abismo financiero por mera estrategia política -siendo mal pensada- el Gobierno de España no puede seguir mirando hacia otro lado ante el gravísimo problema de infrafinanciación endémica que sufrimos. Más aún cuando se bonifican reiteradamente a otras comunidades alineadas políticamente con Moncloa, mientras que la Comunidad Valenciana queda relegada y olvidada. Esta vez la palabra de Sánchez está en juego, aunque, visto lo visto, tampoco parece que vaya a tener demasiados reparos en incumplirla. Y viendo cómo actúa con los propios, no deberíamos albergar demasiadas esperanzas cuando la petición se la está haciendo un rival político.Garantizar los servicios públicos esenciales a más de 5 millones de habitantes no parece ser una prioridad para el Gobierno central.
La estrategia de castigo entraña no poco riesgo: erosionar a un PSPV que se queda sin discurso ni justificación de acción y que avanza peligrosamente hacia la irrelevancia por no poder influir dentro de su propio partido en favor de los ciudadanos que representa. La táctica recuerda mucho a las estrategias militares de «encirclement» o cerco, donde el objetivo es aislar al enemigo para debilitarlo sin necesidad de un enfrentamiento directo. En política, esto se traduce en limitar el acceso a recursos esenciales para doblegar a un adversario mediante la pérdida de aceptación popular.
Ya lo hizo Sánchez durante la dana, aprovechándose de la bonhomía y confianza de un Mazón que, ingenuamente, creyó en su palabra. Dejar sola a la Generalitat con 'el marrón' parece ser el objetivo real. Y para prueba, unos datos: seis meses después de la tragedia, la Generalitat ha pagado el 47% de las ayudas frente al 14,3% abonadas por el Gobierno central. En 20 días, Sánchez tendrá la oportunidad de revertir esta preocupante tendencia a la baja de su propia imagen. Queda por ver si finalmente cumple su palabra o si la reunión termina con un sonoro «que deje de tocar los cojones», dirigido a Mazón.
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