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En cada corrillo donde se comenta el apagón del lunes pasado me encuentro con alguien que dice eso de «nunca sabremos lo que pasó». Lo ... dicen con plena convicción y bastante desánimo, ni siquiera con ira o con animadversión. Refleja desapego hacia la clase política pero también desencanto con el propio rol del ciudadano activo en una sociedad democrática y, lo que es peor, desconfianza hacia los periodistas. Es lo más preocupante, porque los intentos políticos de engañarnos tienen un freno en los tribunales y en la prensa. Los medios, como la Justicia, son ese último horizonte de esperanza cuando los gobiernos son despóticos o inútiles o ambas cosas. No hay más que mirar hacia Estados Unidos. La esperanza reside más allá de la sociedad civil, como decíamos hace décadas. Hasta ésa puede ser amordazada. Sin embargo, viendo las trastadas de Donald Trump nos queda la confianza de que los jueces pondrán pie en pared y de que la prensa libre cuestionará lo realizado y no dejará que la mentira reine sobre la verdad o al menos analizará concienzudamente las sospechas sobre el poder y sus engaños.
Del mismo modo, aquí tendemos a creer en ambas figuras, la del juez y la del periodista, porque la independencia se les supone por mucho 'lawfare' que algunos quieren ondear. La prueba es que son dos de los grupos hacia los que se suelen dirigir las iras del gobierno de Sánchez y los intentos por atarles las manos con decretos o cambios legislativos pensados para evitar las cortapisas de la Justicia y de una prensa no pesebrera.
Por eso resulta tan triste y tan chocante la aparente mayoría de gente convencida de no ser capaz de llegar a la verdad en ese asunto de la electricidad en nuestro país. No es la primera vez que me encuentro con descreídos de todo y todos, pero sí es nuevo encontrarme con tanta gente que se sienta impotente ante la mentira institucionalizada. Y a pesar de que comparto cierto desánimo, a diferencia de ese pronóstico, creo que la verdad sí se llegará a conocer. Costará. Pasará tiempo. Tanto que tal vez cuando se sepa ni lo recordaremos bien ni será relevante para el presente de entonces. Pero lo será para la justicia y la memoria. Es sorprendente que pretendan prolongar el silencio y la incertidumbre, pero la insistencia de María Jesús Montero con otros casos de gobiernos del PP hace temer que será así. Algo hay, perjudicial para el PSOE, cuando tienen tanta prisa por cambiar el marco de referencia. Ya no se trata de evaluar el presente sino de compararlo con el pasado para centrar la mirada en otro.
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