El argumento que más me inquieta entre los que usan quienes defienden al Fiscal General del Estado es el maquiavélico. No uso el adjetivo para ... presentarlo como un ser malvado y maquinador, aunque haya mostrado esa cara, sino en el sentido original del término: al estilo de Maquiavelo. Para el filósofo florentino, unos fines dignos justificaban medios cuestionables. «El fin justifica los medios» es la frase con la que solemos resumir el pensamiento político del intelectual y asesor de príncipes. Es la forma de aceptar el uso de modos poco éticos en política. O sea, la Biblia de algunos de nuestros dirigentes. Pero una cosa es que los veamos actuar bajo ese paradigma y otra, que lo verbalicen e intenten hacernos comulgar con ruedas de molino.
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Cuando en la Moncloa se ha intentado salvar la actuación del Fiscal General en el caso del novio de Díaz Ayuso, no se ha apelado tanto a su inocencia como a lo justificado que estaba lo que hizo. Y no es exactamente lo mismo. Si realmente filtró la información y eso es un delito, el porqué no lo exime de responsabilidad. Cuando hay supuestos o condiciones en los que un determinado comportamiento es aceptable frente a otros que no lo son, la ley lo señala para diferenciar uno de otro. Por ejemplo, en la interrupción voluntaria del embarazo. Sin embargo, no parece ser el caso cuando se trata de revelación de secretos. Por eso, seguramente, en las últimas semanas el gobierno ha insistido en que el caso quedará en nada porque no habrá manera de demostrar que fue él quien envió la información. Eso es más sensato para defenderlo que el anterior, aunque tampoco sea el ideal. Es el que se ha utilizado también en otros casos judiciales para salirse de rositas. Lo hacían alegando que no se podía demostrar tal hecho; no que fueran inocentes, sino que no habría forma de probar la culpabilidad. Es una línea de defensa tan aceptable como cualquier otra, pero sabe a poco en el caso de personajes que deberían ser ejemplares en su comportamiento.
En cualquier caso, eso es mejor que alegar, como han insistido algunos ministros, que García Ortiz cumplió con su deber filtrando la información porque pretendía parar un bulo. Ése es el argumento maquiavélico. Vienen a decir que cometió el delito, pero estaba justificado porque quería frenar una información falsa. No solo admiten que lo hizo, sino que le «perdonan» porque el objetivo era loable. Lo preocupante es que miembros del gobierno acepten la excepción de la ley en un caso particular. Lo siguiente es aprobarle una amnistía si es condenado.
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