La honra
PP y PSOE andan a la greña con el clásico «y tú más»
En los últimos días, PP y PSOE parecen esas amigas entrañables que siempre compiten por ver quién queda por encima. Son envidiosas acérrimas que no ... soportan sentirse relegadas ni en el funeral de la otra. Así, PP y PSOE andan a la greña con el clásico «y tú más» intentando mostrar que el más corrupto es el oponente, cuando, en realidad, ninguno está como para presumir. Ni en corruptelas sistémicas ni en medidas quirúrgicas de urgencia. Lo que debería hacer el PP es señalar que lo del PSOE es inaceptable 'per se' y punto. Sin reclamar pureza de sangre. Y el PSOE está tardando en ponerse un puntito en la boca antes de presumir de limpieza frente al estercolero popular. A los ERE me remito. Que se sepa, los realmente afectados, los ciudadanos, no hemos visto corazones contritos ni dineros devueltos ni ayudas sociales implementadas por quienes se cobraron favores hechos con nuestros bolsillos, pero sin nuestro permiso.
Y, sobre todo, no vemos que se retracte ninguno de los que, desde el gobierno, ha intentado demoler el prestigio de los investigadores de la Guardia Civil, de los jueces y fiscales o de los periodistas de los medios que han ido adelantando, día a día, contra viento y marea, lo que ahora constatamos. Durante meses han sido tachados de fachas, prevaricadores, serviles, poco profesionales o mentirosos compulsivos. Cada día, los ministros adiestrados por la 'agitprop' de la Moncloa han golpeado a los trabajadores de todos esos ámbitos -sí, trabajadores, vicepresidenta Díaz- que merecían respeto por su aportación al bien común. Por supuesto, de esa categoría quedan excluidos los aprovechados de todo tiempo y lugar que quisieron enfangar el espacio público para ganancia de pescadores. La cuestión es que esos envenenadores son cuatro. El resto, decenas, son buenos profesionales que intentaban hacer bien su trabajo. Y a la vista está que, posiblemente, lo lograron.
Esos trabajadores fueron cuestionados, insultados, ridiculizados y hasta amenazados por un poder que se cree intocable. Eran parte del lawfare, herederos de lo más rancio del TOP franquista o pesebreros alimentados por poderes ocultos dispuestos a mentir. Esa presunta condición, además, era el salvoconducto para machacar su honra buscando trapos sucios, detalles escabrosos o imágenes comprometedoras de su vida. Solo por querer hacer bien su trabajo. Sé que hablar hoy de «honra» suena a antiguo, pero es la palabra oportuna. La honra no es solo la de la mocita de las canciones populares más rancias, sino el prestigio de las personas decentes.
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