La herencia de los 'boomers'
La jubilación de los 'baby boomers', esa generación tan numerosa nacida en los 50 y 60, está teniendo ya un impacto notable en las pensiones. ... Nos lo recuerdan casi a diario. El panorama es preocupante, nos dicen, porque aquello fue una verdadera explosión de natalidad. Entonces, resultó positivo para una España que intentaba despegar después de la postración de la posguerra, pero ahora sucede lo contrario a la hora de pagar sus pensiones. Resulta carísimo para el Estado y, lo que es peor, inasumible si no aumenta la cifra de trabajadores activos. Si se pone en relación el número de pensionistas con los trabajadores que pagan sus pensiones, el saldo sitúa la renovación en el límite. Sucede algo similar con lo que los demógrafos llaman «tasa de reemplazo», es decir, los que deben nacer para que la sociedad quede estable. Si no fuera por la inmigración estaríamos en cifras alarmantes. Con las pensiones nos está pasando eso. Es como un árbol gigante con un tronco cada vez más fino. En la actualidad, hay dos trabajadores y medio por cada pensionista pero, para 2050, se prevé que la cifra baje a 1,7.
Sin embargo, no todo es negativo con la llegada de los 'boomers' a una edad avanzada. Quizás sea difícil mantener sus pensiones, pero puede abrir una esperanza en el terreno de la vivienda. Aquella fue una generación capaz de independizarse e incluso comprarse una casa. Todo lo contrario a lo que se encuentran ahora los jóvenes. Pero esas casas de las que son propietarios pasarán a la siguiente generación sin que ésta tenga que disponer de vivienda nueva ni pagar hipoteca. Es cierto que no será generalizado ni asegura la vida de todos los jóvenes, pero la herencia es una vía importante por su accesibilidad y por la ocupación de viviendas ya construidas que ni se dejan perder ni se convierten en pisos turísticos.
Supongo que los responsables han hecho cálculos de las viviendas que pueden estar en esa situación y de las familias que pueden beneficiarse de esa opción, pero resulta interesante cuando se está evidenciado en toda España la carencia de viviendas disponibles y la necesidad de construir nuevas. El riesgo, de nuevo, está en que esas casas que un día quedarán deshabitadas por el fallecimiento de sus actuales moradores, lleguen tarde para hijos o nietos que ya se han endeudado comprando una nueva. Pero, sobre todo, que llegado el momento resulte tan inasumible el traspaso de padres a hijos que prefieran renunciar a la herencia o vender el piso a un fondo buitre o a un especulador que quiera ganar dinero con ello.
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