Drones, buenos y malos
Cada vez que se presenta un avance tecnológico, nos entra el miedo. Ocurrió cuando los luditas temieron que las máquinas les dejaran sin trabajo y ... arrasaron con ellas; con el nacimiento de las naves espaciales que nos enfrentaban a los marcianos o con los robots que se rebelaban contra su creador. Ahora, la historia se repite con la Inteligencia Artificial. La literatura y el cine nos lo han mostrado más de una vez ofreciéndonos historias que revelaban, sobre todo, los miedos de una sociedad enfrentada a su propio futuro. Son esas novelas o películas distópicas que presentan una sociedad amenazada por las máquinas o por los procesos tecnificados donde el ser humano pierde su esencia, su libertad o su dominio sobre el mundo.
Uno de esos últimos avances son los drones. Cuando salieron, parecían un juguete entretenido. Poco después empezamos a disfrutar de las vistas que eran capaces de grabar y se incorporaron al cine, la publicidad o la televisión. Sin embargo, en los últimos tiempos estamos viendo las virtudes de un dispositivo aéreo que van más allá de la entrega rápida y personalizada de paquetes y compras. En especial, para la ayuda a personas en situaciones de emergencia, por ejemplo, en los rescates en el mar mostrando la ubicación de una persona arrastrada por la corriente, e incluso llevándole salvavidas al que agarrarse; o en tierra, localizando, con ayuda de cámaras térmicas, a personas desaparecidas. Es lo que intentaron hace unos días en Madrid tras la desaparición de una mujer enferma de Alzheimer. Su familia había advertido a la Policía Municipal que ella salió de casa con su móvil pero, aunque consiguieron contactar, no era capaz de dar pistas que ayudaran a localizarla. La oportunidad llegó cuando un subinspector propuso mantenerla al aparato mientras los drones barrían el lugar desde el cielo y las sirenas de los coches patrulla recorrían los caminos. Gracias a esos sonidos, pudieron percibir su mayor o menor proximidad al lugar donde estaba y devolverla a casa.
Frente a esas bondades de la tecnología, vemos, sin embargo, cómo los drones son cada vez más sofisticados en la guerra. Los que están atacando Ucrania e incluso han violado el espacio aéreo comunitario no son juguetitos manejables sino aviones pequeños, capaces de transportar y dejar caer bombas en cualquier sitio.
Son tan amenazantes que los dirigentes de la UE han estado reunidos para ver cómo los enfrentan. Esos aparatos cumplen la peor de nuestras pesadillas en lugar de dedicarse a acabar con las que nos inquietan en el día a día.
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