El ajedrez y el Islam
Lo han vuelto a hacer. Los talibanes han vuelto a prohibir el ajedrez en Afganistán como ya hicieran a finales de los 90. En este ... caso, se justifican alegando que el ajedrez mueve apuestas y son éstas las que no están permitidas en el Corán, pero en lugar de prohibir las apuestas, focalizan sus iras en el deporte que las mueve.
La medida se suma a la persecución de todo elemento cultural que no tenga relación directa con la versión del Corán más extremista, es decir, con cualquier forma de diversión. Porque divertirse siempre es peligroso y toda religión rigorista extirpa la alegría como manifestación del Maligno. Un pueblo feliz no se deja controlar fácilmente en su vida cotidiana bajo amenaza de la venganza divina como sí hace el que tiene miedo al demonio. Bien lo sabían aquí nuestros ancestros cuando sentían el terror medieval al fuego del infierno con el que podían ser dominados por las elites. Y lo mismo sucede en Afganistán donde los demonios llevan turbante en lugar de cuernos y tridente.
Lo asombroso es lo callado que permanece el mundo de hoy, el avanzado culturalmente, el que se mira a sí mismo con cierta soberbia porque se sabe superior a los que habitan las montañas áridas de Asia. Ese Occidente sabedor de lo que supone el ajedrez para la persona y el deporte para los pueblos, no chista ante la anulación cultural de los y, sobre todo, las afganas. Cuando las tropas norteamericanas y europeas, también españolas, salieron de allí, centramos la atención durante días y hasta semanas en ellos, prometiéndonos que lucharíamos por la libertad de las mujeres porque ésa es una apuesta del mundo libre. Sin embargo, hace mucho que nos olvidamos de ellas y de todo lo que sucede por la zona. Nuestras cuitas ahora son otras y sobre todo son muy nacionales. Ni siquiera el mundo del deporte levanta la voz para alertar de todo el talento femenino que se ha perdido o, como ocurre ahora con el ajedrez, también masculino. Pero más aún los intelectuales no son capaces de tener una palabra para la libertad y el crecimiento personal y colectivo que el ajedrez supone para los afganos.
Ni siquiera somos capaces de recordar a esos talibanes de mente estrecha que dicen esforzarse por difundir y extender el Corán en el mundo que precisamente fue el Islam el que trajo el ajedrez a Occidente desde el interior de Asia, sobre todo, de Persia. Fue con la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica como se extendió desde aquí a toda Europa. Es una de nuestras deudas con el periodo de Al-Andalus y su condición de faro cultural.
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