Secciones
Servicios
Destacamos
Hasta ahora, con el Papa Francisco de cuerpo presente, el debate sobre su sucesor andaba contenido. Se desarrollaba más en los medios de comunicación que ... entre los propios cardenales, por respetar el duelo hasta que el Papa fuera enterrado. Terminada esa etapa y aunque los 'novemdiali' por el luto se prolonguen hasta el día 4 de mayo, las apuestas ya no tienen cortapisas. En estos días, hemos visto a un cardenal corrupto intentando entrar en el cónclave a la fuerza tras ser apartado por el Papa; a otro, el de Rabat, de origen español, convencido de «no estar a la altura ni preparado para ser Papa»; al chileno Chomalí seguro de no tener «ninguna posibilidad de serlo» y a quien fuera arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, decidido a ocuparse en una «tarea distinta» a la de gobernar la Iglesia. Es decir, pocos en su sano juicio anhelan cambiar la vida que tienen ahora, muchos de ellos, ya jubilados o a punto de serlo, por comprometer sus últimos años en la titánica misión del Sucesor de Pedro. Y más, del sucesor de Bergoglio.
Entiendo que, en un grupo humano, también en el de los cardenales, hay todo tipo de ambición. Habrá quien haya soñado con la silla gestatoria desde pequeñito o al menos desde que le impusieron el birrete cardenalicio, y quien en estos momentos tiene que echar mano del trankimazin para dormir, de puro nervio ante lo que se le avecina. En cualquier caso, participarán en una votación restringida a muy pocos a lo largo del tiempo, lo que hace especial el momento para cualquiera tenga o no tenga opciones de ser elegido. Si, además, concurre esa condición, la responsabilidad es mayor. Pero, sobre todo, lo es tratándose del Papa que va a 'reinar' después de Francisco. Si difícil era suceder a Juan Pablo II, tanto o más lo es después de un Pontificado que ha marcado una línea reformista sin lograrlo del todo. Y ahí es donde radica el problema. Quien venga tendrá que lidiar con los críticos que esperan recuperar la moderación perdida, pero también con los convencidos que quieren que más avances. Además, le supervisará una opinión pública mundial favorable a Francisco en sus posiciones políticamente correctas: sobre los gays, el papel de la mujer, la lucha contra los poderosos del mundo o el cuidado del planeta. Cualquier tibieza en esos temas echará a los tertulianos sin fronteras contra él. Tendrá que tener la fortaleza y convicciones de Benedicto XVI para ignorar las críticas globales, pero la capacidad de Francisco para testar a la opinión pública con tal de no perder el crédito moral ganado por él.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.