Bienvenida, pataqueta

Minucioso en todo, desde los gozos valencianos milagreros a las tiendas que ofertaban inverosímiles juegos, Orellana describió siete clases de panes: pataca, rollo, bollo, cuerna, faret, ferradura y fogosa. De ellos subsistieron el rollo, el bollo y la pataqueta, siendo esta última la que ha vencido, y de tal forma que el Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia lo ha declarado como pan autóctono, con estas características: «forma semicircular, alargada y plana, corteza crujiente y miga esponjosa». Puede partirse a la hora de invitar al compañero, añadiendo la ventaja de que admite toda clase de productos: tortillas, fiambres, curtientes..., sin olvidar que, antiguamente, cuando había que conformarse con la sardina salada, la gente del campo alternaba cada bocado con un grano de uva del racimo que sostenía.

El profesor Ángel Lacalle, gran etnólogo y autor del libro 'Del pa al gra' -editado por la Diputación de Valencia-, fue un coleccionista de panes, entre los que sobresalía la sección de 'panes de boda', propios de las fiestas nupciales en localidades del Mediterráneo, y destacaban aquellos que recordaban formas sexuales y despertaban gran alborozo en el almuerzo.

Don Ángel poseía panes de Grecia e Italia con ricos adornos de flores y bodoques que semejaban la labor cerámica del 'bordado' de Agost. Tuve la fortuna de entrevistar a Don Ángel Lacalle, quien añadía ilustraciones a sus textos. De las dos o tres veces que dialogué con él recuerdo su buen humor y lo que amaba a Soria, su tierra natal.

Tan amplia relación de panes, que parecían originales fosilizados, constituía una de las colecciones más personales y de cultura popular que he conocido. Bienvenida, hoy, la recuperada pataqueta.