Con la presencia de las jóvenes valencianas luciendo la indumentaria fallera, llaman la atención los bustos altos y escotados que desafían al frío. Y aquí ... no se trata de reciente paso por quirófano sino de la utilización del corsé conocido como el 'balconet'. Su recuperación se debe a Amparo Alberola, la profesional de lencería que decidió rescatar todas las prendas que andaban olvidadas en cajas, desde que los hermanos Ricardo y Benjamín Alberola fundaron la tienda en la calle Calabazas, en 1923. Amparo Alberola, nieta de Benjamín, se incorporó a la empresa en 1973 y ha logrado una historia viva de esa ropa invisible que modela, realza, esconde, disimula y transforma el contorno de la silueta.
Publicidad
Cordial y dada al humor en sus comentarios cuando se compara el ayer y el hoy, afirma que el corsé sigue siendo la pieza clave.
Muestra uno de la década de los años 20, enteramente de tejido de algodón, con una hechura, a base de ballenas y costuras, que abarca todo el torso, incluido el pecho. No es necesario el sujetador, porque el remate -una tira bordada- eleva los senos gracias a la forma del 'palco'.
Las fajas para entallar, suplicio de mujeres deseosas de la llamada cintura de avispa -en literatura y cine no se puede olvidar el personaje de Scarlett O'Hara, en lo que 'El viento se llevó'-, asombró por su diseño, donde los botones servían para que la prenda se acoplara y, a través de los ojetes, los cordones ciñeran hasta lo inverosímil.
Entre las piezas de corsetería destacan los ligueros, minúsculos y de encaje, hoy confeccionados en blonda elástica. Los ligueros antiguos, al igual que los corsés, se remataban con las 'marcelas', unas cintas que sujetaban las medias mediante un botón. Madonna, según apunta Amparo Alberola, fue quien hace algunos años devolvió una inusitada importancia a las prendas íntimas, luciendo en los escenarios un vestuario en el que nuestro 'balconet' aportaba toda la picardía.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión