El ministro de 'El virgo de Visanteta'
JUANJO BRAULIO
Sábado, 24 de mayo 2025, 23:16
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JUANJO BRAULIO
Sábado, 24 de mayo 2025, 23:16
Ya le queda poco para cumplir medio siglo y, aunque fue tremendamente popular en su día, 'El virgo de Visanteta' (Vicente Escrivá, 1979) tiene una ... de las escenas que mejor representa la relación de Valencia con los ministros de Madrid. Da igual cuando se lea esto.
La película es una adaptación bastante libre del sainete de Josep Bernat i Baldoví 'El virgo de Visanteta i l'alcalde de Favara o El parlar bé no costa un patxo' escrito en 1845 y les ruego que se queden con la fecha.
Con las hechuras y el tono propio del cine del destape de finales de los 70 y principios de los 80, la comedia de Escrivá cuenta las tribulaciones de la joven Visanteta de Favara que, por estar bajo cierta delirante protección sobrenatural de Santa Bárbara, desata tormentas cada vez que intenta mantener relaciones sexuales. O al menos, eso cree todo el pueblo.
Como es de suponer, Visanteta -que a pesar de ser muy guapa no tiene pretendientes por miedo a una 'tronà'- al final se acuesta con Pascualo y, en efecto, un temporal se abate sobre la población causando inundaciones y un fotograma de la película muestra una portada de LAS PROVINCIAS informando -como siempre desde 1866- de los estragos causados por la furia del agua.
Y entonces, viene una de las mejores escenas: el ministro de Fomento, con uniforme de gala, charreteras, botones dorados y montera emplumada, reúne a los vecinos de Favara encabezados por su alcalde. El prócer, encadenando ripios -pues todos los diálogos son en verso-, declama: «Hasta Madrid ha llegado el horror del temporal / y Narváez me ha enviado como una cosa especial. /Hemos tenido conciencia de vuestra angustia y dolor / y queremos que Valencia sea siempre lo mejor / Valencia tierra flores, de la luz y del color, / de artistas y de pintores eres de la patria... ¡amor!».
En ese momento, el alcalde le hace una escuchita al rapsoda para advertirle que «igual eso no toca, señor ministro, que estamos en un siniestro» que el interpelado ignora para concluir su discurso con un «¡Valencia sultana y mora! / ¿Quién no te quiere y adora?» Ante semejante argumento poético, el regidor se gira hacia su asistente y dice, «No hay nada que hacer».
No consta que Pedro Sánchez, en su reunión con los representantes de tres de las ocho asociaciones de víctimas y afectados por las riadas les hablara en verso ni elogiara Valencia con tan floridos y encendidos términos rimados, aunque, a tenor de lo que dijeron sus portavoces al finalizar el encuentro en la Delegación del Gobierno, todo les sonó a poesía: el funeral -como el que no quiso venir a la catedral de Valencia, pero laico- construir obras de defensa hídrica en los barrancos -como las que tendrían que estar en ejecución si no hubiera sido por la derogación del Plan Hidrológico Nacional primero y por la Llei de L'Horta después- y que al Consorcio de Seguros sólo le quedan el 22% de los expedientes por pagar. Por lo visto, no habló de las 38.000 familias que siguen esperando las ayudas del Gobierno (el 10%) y, que se sepa, nadie le preguntó. Quizá es que no rimaba.
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