Como lo leen, oigan. Lo de Gaza ya debe estar arreglado y, confesándome casi analfabeto en los entresijos de la alta política internacional y la ... geoestrategia, no sabría decirles a qué se debe el milagro, pero está arreglado. Igual ha sido por la presión internacional, los mandatos del Consejo de Seguridad de la ONU, la intervención de Donald Trump, la prodigiosa habilidad diplomática y prestigio internacional del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez gracias a su portentoso dominio del idioma inglés que nos enseñan sus medios afines cada vez con más frecuencia. O quizá se deba a que -ya que me meto en el terreno de la fantasía- porque nos encontramos, según la carta astral de estos días, con el Sol en la casa de Escorpio, la Luna en la de Leo y Venus, Marte, Júpiter y Saturno en las de Libra, Cáncer, Géminis y Piscis, respectivamente. Todo este trajín estelar favorece, según me dice un amigo mío que se ufana de ser un astrólogo practicante no creyente, la introspección, la transformación y la intensidad emocional necesaria para avanzar en el impulso de nuevos proyectos que, pese a la dificultad para llevarlos a cabo, resultarán satisfactorios tanto si se consiguen como si no. O sea, algo parecido a la influencia internacional de Pedro Sánchez «in this matter and in any other».
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E insisto en que todo en Gaza debe estar arreglado ya porque, después de pasearse por platós y tertulias, los de la Flotilla han desaparecido del escaparate mediático; las críticas a Israel y la palabra «genocidio» brillan por su ausencia en los argumentarios que todos los ministros del Gobierno repiten como papagayos sin siquiera molestarse en cambiar un poco las palabras para que no se les note; ya no hay manifestaciones, concentraciones, vigilias ni romerías -ni por supuesto, convocatorias de paros parciales, totales y huelgas generales- con banderas palestinas y pañuelos blanquinegros. Incluso el diputado de Les Corts Valencianes de Compromís ha vuelto al escaño por el que cobra dedicación exclusiva tras su odisea marítima de más de un mes -sacrificando sus vacaciones, seguro- junto a dos miembros de ETA condenados por terrorismo.
Comprenderán que, tras semanas ocupando todo el espacio mediático disponible, que hayamos pasado del todo a la nada lleva a pensar a servidor de ustedes que lo de Gaza ya debe estar arreglado. Pues no.
Este miércoles, sin ir más lejos, hubo un centenar de víctimas mortales en La Franja (de las que 35 eran niños y otras 7, mujeres) debido a bombardeos israelíes que se produjeron como represalia a la muerte de un soldado hebreo en un ataque armado palestino la víspera en el sur del enclave. Como es natural, el Gobierno de Netanyahu y Hamás se acusaron mutuamente de haber violado el alto el fuego.
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No se crean que he encontrado la noticia enseguida. Me ha llevado un rato dar con ella. Cierto es que la semana del aniversario de la dana y el funeral de Estado del miércoles tienen mayor importancia. Pero es que la semana pasada se produjeron muertes en Gaza. Y la anterior también. Pero sin el mismo eco. Quizá sea porque hay otras cosas con las que tapar ciertas cosas. Llámenme malpensado.
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