Las diez mil patadas
JUANJO BRAULIO
Sábado, 18 de octubre 2025, 23:48
A principios de los ochenta, tras ver en el cine de verano de Gestalgar alguna mala película «de chinos» -así definía mi padre a todo ... el subgénero de artes marciales- se me metió en mi cabeza infantil el sueño de ser samurái que, ya pasados los cincuenta, aún me dura. Ello se debe a que a las malas películas «de chinos» le siguió el cine de Akira Kurosawa o novelas como 'Silencio' de Shusaku Endo, o 'Shogun' de James Clavell.
Dado que mi fantasía de ir por ahí con dos espadas al cinto y haciendo reverencias tenía difícil encaje en la realidad, hace unos años me apunté a practicar kárate del estilo Kyokushinkai en el magnífico Deportivo Duato del Cabañal, donde tres veces por semana, hago lo que puedo por aprender algo del arte de la lucha sin armas de la isla de Okinawa.
Ahí he aprendido que la excelencia de la cultura marcial japonesa se basa en la repetición. Por eso, los maestros de kárate dicen que el «jodan mawashi geri» -la patada circular alta- perfecta será la que se ejecute después de hacerlo antes diez mil veces. Y así con todo lo demás. De esta forma, un «shihan», es decir, un maestro de maestros es alguien que ha ejecutado cada técnica, como mínimo, en diez mil ocasiones.
Los talibanes han puesto el grito en el cielo
¿Y qué se necesita para dar diez mil «geri» (patadas), diez mil «tsuki» puñetazos) o realizar diez mil veces un kata? La respuesta es evidente: tiempo. Con tiempo -y con dinero- se puede lograr cualquier objetivo y arreglar cualquier cosa, salvo morirse claro.
Todo esto viene a cuento de la propuesta de la Conselleria de Educación para que los estudiantes de la Comunitat Valenciana pudieran elegir examinarse -en la Prueba de Acceso a la Universidad- de Lengua y Literatura Castellana o Valenciano. O lo que es lo mismo, hacer cuatro exámenes como ocurre en otras autonomías monolingües. Como alternativa se propone que, en caso de hacer los cinco, para la nota media cuente el de mayor calificación. Así se compensaría lo que, a todas luces, es una desventaja porque no es lo mismo preparar cuatro exámenes que cinco.
Pues no y no. Ni una cosa ni la otra. Nada de nada. A pesar de que en España rige el distrito universitario único y el acceso es el mismo para una universidad alicantina que otra canaria, los estudiantes valencianos -y gallegos, vascos y catalanes- tienen, objetivamente, menos tiempo porque tienen un examen más para el que, como para dar las diez mil patadas, hace falta tiempo. Como es natural, los talibanes de los 'pronoms febles' y la 'flexió verbal' han puesto el grito en el cielo, esgrimiendo encuestas, estadísticas, estudios pedagógicos y psicosociales haciendo sonar las trompetas del Apocalipsis ante lo que consideran un ataque a la 'llengua pròpia'. Y no se trata de eso porque nadie pone en cuestión ni la enseñanza del valenciano ni su uso, sino una cuestión de puro sentido común como el tiempo. Como con las diez mil patadas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión