Nuestros sedicentes representantes democráticos pareciere que, cuando exponen, intervienen o actúan en el fragor parlamentario, consideran que nadie les ve, oyen u observan, más que ... sus compañeros de bancada o, como mucho, el que figura en la diana del atril del orador de turno.
En efecto, se ha impuesto un deplorable estilo que no puede recibir el calificativo de estilo parlamentario (ni por las formas, ni los discursos, ni por la manera de dirigirse al adversario, ni por las palabras que se usan, ni por la vestimenta, harto inadecuada) pues, al menos en el parlamentarismo clásico, el británico, espejo de todos los sistemas políticos, se cuidan las formas (verdadera democracia), se interviene con respeto y consideración (se trata de un adversario, no de un enemigo), y, por respeto al votante y al escaño recibido, se cuida la presentación personal del diputado y hace uso de la llamada cortesía parlamentaria. Parlamento viene de lugar donde se habla, razona, y argumenta. Se trata de convencer, no de hacer sangre.
Por el contrario -y lamentablemente por la degradación que supone en la calidad y categoría de la democracia- hoy se ha instalado en nuestros Parlamentos o Asambleas legislativas un mal estilo: ofensivo, desconsiderado, gritón (el Rey lo definió, muy acertadamente, de atronador), que le acerca más a una trifulca vecinal que a un civilizado congreso de representantes del pueblo. Esto por una parte.
Una sola persona, por activa o por pasiva, no puede desencadenar tantas desgracias como se le imputan
Empero hay más. En concreto, quiero referirme a ciertas formaciones políticas que se concitan en Les Corts Valencianes y que están sosteniendo ardientes debates -tras estos desgraciados meses de la devastadora dana- con los representantes del partido conservador y, particularmente, con el jefe del Consell, el President Mazón, al que maltratan de forma escandalosa y culpan de todos los males que, desafortunadamente, hayan acaecido en tierra valenciana. La verdad es que una sola persona, por activa o por pasiva, no puede desencadenar tantas desgracias como se le imputan inmisericordemente, llegando al punto de calificarle, incluso, de asesino con las manos manchadas de sangre. ¿No les parece a ustedes que es una imprecación injusta, de mal gusto, y, consecuentemente, inapropiada?
Esas escenas que se desarrollan en los debates en el seno de Les Corts Valencianes, insufladas de un dramatismo impostado, interpretadas por los socialistas valencianos y por los cargos y militantes de Compromís, pierden, a ojos de muchos ciudadanos reflexivos y cabales, toda credibilidad en su intervención si ésta, en lugar de basarse en un discurso elegante, certero, bien ahormado, convincente, desapasionado y razonable, se torna en ácido, agresivo, personalista, insultante, con visos de pretender liquidar al adversario, al que, más bien, se le trata de enemigo, y ya se sabe que al enemigo ni agua. Todo ello lejano de un escenario parlamentario, donde hay que argumentar y no derruir frívolamente.
Va a costar trabajo poner punto final a este estilo irrespetuoso y grosero que unos atónitos ciudadanos observamos con estupor y desagrado, hasta que la presidencia de esas Asambleas y Cámaras asuman la decidida resolución de erradicar tales conductas y comportamientos tan poco edificantes, como el que todos los días nos vemos obligados a soportar en las retransmisiones de los medios audiovisuales; intervenciones parlamentarias nada edificantes. Mala escuela para una ciudadanía cívica, propia de un sistema democrático.
No cabe duda de que tanto el PSOE-PSPV (por cierto, éste, y todos los que la usan indebidamente, siguen utilizando y dando carta de naturaleza a una denominación antiestatutaria) como Compromís, y demás fuerzas a la izquierda, han encontrado en las eventuales, y no demostradas palmariamente, carencias y lentitud reaccional del líder señor Mazón (según alegan desaforadamente, dando, no pinceladas, sino gruesos brochazos), la excusa fácil que faltaba para agarrarse a ese motivo y responsabilizarle, no de esto o aquello, sino de todo el mal -sin mezcla de bien alguno- en el suceso del 29 de Octubre, sin ruborizarse al no reparar en la clamorosa ausencia e incomparecencia del Gobierno y sus ministros desde los primerísimos trágicos momentos.
En fin, que sepan nuestros respetables diputados y síndicos que algunos ciudadanos sí nos damos cuenta. Yo diría que somos muchos, la mayoría, los españoles que no somos bobos en materia política. Que desde que desgobierna la desdichada coalición 'Frankenstein' y sus socios, la mendacidad y el engaño hacia el ciudadano es, por desgracia, práctica política habitual, incompatible con el proceder y talante democráticos.
Para mí, con todo respeto, pero con toda claridad, la estrategia política de la actual oposición valenciana, y la crítica que se le puede hacer al señor Mazón, legítima en democracia, ganaría en credibilidad si dejaran de aparentar como el perro cuando encuentra un hueso: que no lo suelta.
*PROFESOR TITULAR DE DERECHO ADMINISTRATIVO. PRESIDENTE DEL FORO PARA LA CONCORDIA CIVIL
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