En la tardanza dicen que suele estar el peligro», escribió Miguel de Cervantes. El presidente del Gobierno anunció ayer que hoy se reunirá con las ... víctimas de la dana. A nadie se le esconde que es una decisión que adopta tarde, muy tarde, y mal. Porque Sánchez lo hace: en la Delegación de Gobierno, lejos de las zonas afectadas, después de haber evitado acompañar a los familiares de los fallecidos por la riada en el funeral y tras salir, de forma precipitada, de su visita a Paiporta. Dicho esto, lo importante es que las reciba. Que tenga, pese a todo, la cortesía de trasladarse a Valencia para ello. Sin más objetivo -se intuye- que escucharlas y, probablemente, comprometerse, cara a cara, a agilizar las ayudas y los fondos que siguen bloqueados. Llega tarde, sí; pero llega. Y eso, como tendría que hacer el propio presidente de la Generalitat, es una manera de ayudar a cerrar heridas que siguen abiertas. Una forma de poner fin a esa falta de empatía que muchas de las víctimas han denunciado. Y con razón. De un sorbo y sin azucarillo.
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