Demagogia (y 2)
J. R. SEGUÍ
Martes, 13 de mayo 2025, 23:53
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J. R. SEGUÍ
Martes, 13 de mayo 2025, 23:53
Desde que tengo uso de razón vengo escuchando hablar de un museo Sorolla. Todos se apuntan. Lo contrario sería irracional. Nadie termina haciendo nada, salvo ... ruido. Es un tema recurrente. Aprietan la fibra sensible. Así desvían la atención ante la ausencia de programas culturales firmes. De paso, dan carnaza ante una gestión para el olvido.
Nuestra Generalitat quiere alquilar los Sorolla de Nueva York, que tampoco son tantos. Los precios no son baratos. La Hispanic Society of America (HSA) lleva años de ajustes económicos. Sus instalaciones son inmensas, sus colecciones enormes. Si Detroit vendía los fondos de su museo de Bellas Artes para sanear cuentas municipales, la HSA alquila ahora sus cuadros. Ya se sabe que el hijo del fundador, un rico heredero constructor de ferrocarril, propietario de astilleros e hispanista Archer M. Huntington, recorría España en un carro comprando y encargado en época de penuria social y eclesiástica. Con gusto y posibles. Hoy mantener sede y actividades se ha vuelto una locura. Nosotros solucionamos liquidez, como ya hicimos con la restauración de las instalaciones de la sede de 'Visión de España', el último encargo de los neoyorkinos, y que le costó parte de vida al pintor. De otra forma no se entiende muy bien ese alquiler estilo Thyssen, Pompidu, Ermitage... pero aquí con forma de necesidad política apenas razonada y en vilo.
Esto de las franquicias no tiene sentido. Más aún cuando los espacios elegidos tampoco reúnen condiciones, como el denominado Palacio de Comunicaciones. Continúo sin entender cómo si se quiere un Museo Sorolla no se empieza por la lógica: contando y juntando todos los que están repartidos en instituciones públicas, desde ayuntamientos a Diputaciones, Bancaixa y Generalitat, que son muchos, y escogiendo un lugar en condiciones. Para alquilar siempre estamos a tiempo. Y por supuesto exigiendo al Gobierno/Madrid que aporte algo de lo que almacena en el museo del artista, donde la familia depositó su herencia. Triste, pero herencia.
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