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La complejidad en el relevo de Carlos Mazón parece retrasar una decisión probablemente irreversible. A no ser que él decidiera dimitir afrontando las consecuencias, la ... búsqueda de una salida con garantías presenta dilemas evidentes. La pérdida de su condición de aforado, el acortamiento a dos años en el Consell Jurídic Consultiu por el estatus de expresidente en lugar de los quince si acabase la legislatura, la designación de la persona sucesora, la negociación con Vox para esa nominación (mi amigo Rogelio dice que el partido de Abascal ya ha vetado un nombre) y otras circunstancias constituyen un rosario de dificultades que obligan a profunda reflexión y que retardan una determinación definitiva. La convocatoria electoral es hoy una temeridad.
Dados los acontecimientos del 29-O me parece injusta la dimisión o el relevo de Carlos Mazón como única conclusión cuando los hechos demuestran la responsabilidad de otros que siguen al margen por obra y gracia de haber impuesto su relato fundamentado en la movilización mediática y callejera de la izquierda a las órdenes del inquilino de la Moncloa y sus pretorianos.
A él, a Pedro Sánchez, deberían afectarle también los efectos políticos de 227 muertes. Recordemos que no sólo miró hacia otro lado sino que vomitó aquella afirmación vergonzosa «si necesita más recursos, que los pida» en lugar de declarar la emergencia, como requería la hecatombe y como prevén la Ley Orgánica de 1981 («El Gobierno, en uso de las facultades que le otorga el artículo ciento dieciséis, dos, de la Constitución podrá declarar el estado de alarma... cuando se produzca alguna de las siguientes alteraciones graves de la normalidad 'catástrofes... tales como terremotos, inundaciones... o accidentes de gran magnitud») y el Plan General de Emergencias de Protección Civil (que otorga al Ministerio del Interior «asumir temporalmente las competencias de alerta y protección civil necesarias para activar la alerta»). Cierto es que el presidente de la Generalitat no solicitó la emergencia 3, pero el Gobierno que preside Sánchez tampoco, aunque pudo hacerlo de 'motu proprio'.
¡Qué decir del presidente de la CHJ, Miguel Polo, desaparecido el día de autos, como Mazón, con un tiempo de silencio atronador en torno a la dana. O de la entonces ministra del ramo, Teresa Ribera, en París y Bruselas ocupándose de su nombramiento de la Comisión Europea y dejando al pairo a cientos de miles de valencianos. Por último, la Delegación del Gobierno, cuya titular es Pilar Bernabé que se comprometió con el alcalde de Algemesí a avisar si se abría la presa de Forata, advertencia que no se realizó y que podía haber salvado a cuatro personas.
¿Sólo debería irse Mazón? No. Otros deberían tomar el mismo camino. Así es la vida.
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