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La indignidad se acrecienta en algunos miembros del Gobierno más que en otros. Comprobada la carencia de escrúpulos éticos y estéticos de Pedro Sánchez con ... tal de mantenerse en el poder, me quedo estupefacto por la sumisión y la apostasía a todo su currículum de los ministros de Interior, Grande Marlaska, y de Defensa, Margarita Robles. No entiendo cómo siguen aplaudiendo al presidente después de la comparecencia en el Congreso del terrorista Mohammed Houli Chemnal, condenado a 43 años de prisión por los atentados de Barcelona y Cambrils de 2017 para acusar al Estado por el sólo hecho de satisfacer a otro de los caprichos de un fugado de la Justicia, Carles Puigdemont, por temor a perder la poltrona del Palacio de la Moncloa.
La posición de Margarita Robles presenta una mayor afrenta a los españoles al hacer oídos sordos a la crítica grave del terrorista sin prueba alguna, como él mismo reconoció en la innoble sesión, contra el CNI, una entidad adscrita orgánicamente a su propio Departamento.
Marlaska y Robles, Robles y Marlaska se han quedado ya sin excusas para salvar su decencia como magistrados profesionales de la Justicia. La presencia del criminal en donde hasta ahora se reconocía como Templo de la Palabra ha hecho añicos toda la historia de la máxima institución de representación popular. ¿Quién puede entender en un Estado de Derecho que el tal Houli acceda a la Comisión parlamentaria con total impunidad y, por poner un ejemplo reciente, unos encapuchados impidan al exdiputado Iván Espinosa de los Monteros pronunciar una conferencia en la Universidad Complutense? Algo está trastocando, por obra y gracia de Pedro Sánchez, la democracia española. Como declaró Cayetana Álvarez de Toledo, «lo sucedido es la viva imagen del colapso moral e institucional que Sánchez está provocando en España con el único objetivo de perpetuarse en el poder».
Como decía, los referidos ministro y ministra han optado por dilapidar todo su prestigio obtenido antes de acceder al Gobierno. Y me han impactado más ahora, a pesar de que ya venían demostrando su preferencia por contentar a esa especie de cómitre que tienen de jefe antes de ser consecuentes con su vida anterior. Ya sé que, según aquél, tan sólo se trata de un cambio de opinión, pero que no deja de ser una vergonzosa epístrofe sin darse cuenta que «nada excita más la maldad que quien se deja victimizar» como expresa María Elvira Roca en la introducción a su 'Imperiofobia y leyenda negra».
Sánchez ha creado escuela con «donde dije digo, digo Diego». Así es la vida.
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