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Si las comparaciones, como afirma el refranero, son odiosas, la de Carlos Mazón entre Salomé Pradas y Gabriela Bravo no ha podido ser más desacertada ... e injusta. No sólo porque no es recomendable comparar personas entre sí, para evitar que alguna se sienta menospreciada o porque cada una tiene sus propios valores, sino por la ineptitud de la equiparación.
Desacertada, porque el escenario actual no invita a abrir nuevos frentes. Ya tienen suficientes los implicados en la dana, incluidos él mismo y su exconsellera de Emergencias, Salomé Pradas. Injusta, porque los currículums y la experiencia de ambas se encuentran a una distancia sideral. La primera reconoció su ignorancia. Frente a este desconocimiento admitido, Bravo presenta infinidad de decisiones, resoluciones y análisis para lo que nunca le tembló el pulso. No se le conocen sensaciones de incapacidad en el ejercicio de sus cargos. Una supo rodearse de expertos como José María Ángel, muy diferente a la exconsellera de Carlos Mazón como demuestran su destitución y la del secretario autonómico. Finalmente, la exconsellera de Ximo Puig nunca se vio imputada por los tribunales, mientras la segunda sí, coyuntura de la que deseo fervientemente salga indemne.
Si, como afirmó Mazón, las dos están al mismo nivel ¿por qué entonces la destituyó de forma fulminante? Ximo Puig jamás tuvo necesidad de hacerlo con Gabriela Bravo ni ésta le dio motivo para ello. ¿En serio que es homologable un currículum con otro?
Por todo ello, no entendí las palabras de Carlos Mazón reproducidas por J. Gascó/Burguera en LAS PROVINCIAS: «El currículum de Salomé Pradas es homologable e incluso más importante que, por ejemplo, el que tuvo Gabriela Bravo, sobre la que nadie dudó de su capacidad y competencia con la misma formación. Por tanto, su currículum es el mismo y no creo que sea más responsable Ximo Puig por nombrar a una consellera con el mismo rango y la misma formación que ella».
Demasiados vaivenes se atisban en el recorrido de, presidente desde aquel fatídico día. Según mi amigo Rogelio «debe pesarle demasiado aquella ausencia. Si hubiera estado donde debía, hoy estaría encabezando las manifestaciones de reivindicación y protesta en lugar de ser el objetivo de ellas». Da la impresión de la existencia de dos Carlos Mazón: el de antes y el de después del 29-O.
Dicho esto, estoy convencido de que, en caso de imputación, no será condenado, pero ello no impide la afección de responsabilidades políticas en una democracia. A él y a unos cuantos más que no estuvieron a la altura que exigen sus cargos. La incompetencia de unos, la irresponsabilidad de otros, requieren el pago del tributo de la dimisión. Así es la vida.
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