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Me cuentan que tengo enfadados al expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, y al actual, Carlos Mazón. No lo creí, o no lo quise creer. ... Al parecer, es verdad. Sólo lo entiendo desde una perspectiva mojigata e injusta. Aparte de que «el enfado es como la niebla, se disipa rápidamente» ('El paraíso de las señoras'), deberían reflexionar por doble vía: en su interior y desde la objetividad.
Su condición de liberales me impedía entenderlo, a no ser que en el PP el calificativo sea un adorno demagógico, porque un principio básico del liberalismo defiende la libertad. De ahí que se agranden mis sospechas sobre la verosimilitud del arrebato. Si lo considero desde la objetividad ¡cuán inaudita es la reacción cuando me he distinguido por mi desproporcionado favoritismo hacia los dos!.
En cualquier caso, su irritación indica que voy por el buen camino y me invita a seguirlo. Me preocupa si les guía aquello de «la política consiste siempre en un abuso sobre la libertad de los demás» y que «los políticos estamos para que haya alguien llenando el cargo, no para solucionar nada. somos el relleno institucional. España funcionaría igual de mal sin políticos, pero no lo sabe». Semejante apotegma no es mío, lo sentencia con descaro su correligionario Esteban González Pons en 'El escaño de Satanás' .
Por supuesto, están en su derecho de luchar y aferrarse a sus respectivos futuribles. Uno para mantenerse en el cargo, el otro para relevarle. Deben tener en cuenta que el futurible en la Lógica filosófica que yo estudié era «aquello que podría suceder pero no sucederá jamás». Porque, tras mi sincera y profunda reflexión, la conclusión -podría ser estar equivocada- indica que, por más bataholas que provoquen, su horizonte se vislumbra senescente. Ninguno de los dos son el futuro del PPCV. Ello no impide que colaboren al asentamiento y progreso de su partido en beneficio de los valencianos.
Una cosa quiero aclarar. En los años que LAS PROVINCIAS siga facilitándome esta tribuna, desde mis limitaciones seguiré el camino que ya en 1919 diseñaba Julio Camba en 'El Sol': «El público de los periódicos no quiere genios, quiere enterarse de lo que pasa en el mundo con la mayor exactitud, con la mayor rapidez y con la mayor claridad posibles». Mis limitaciones van desapareciendo. Aun así, me encuentro al 89 por ciento de mi libertad.
Ya que me he inclinado por las citas, ahí va la última de la película 'John Wick': «La ambición de un hombre jamás debería exceder su valía».
Sepan los dos que el enemigo no soy yo ni otros como yo. Lo tienen en los partidos de oposición y, esto es más grave, en la Dirección nacional del suyo propio. Así es la vida.
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