La sede del PSPV
En esta sociedad sobran los intransigentes y en política, aquellos cargos que no dan el nivel
Al lado de mi casa hay un gran cartel con la foto de las tres primeras de la lista del PP de Chiva en las ... últimas elecciones municipales de mayo de 2023 -Amparo Fort, Sandra Castillo y Esther Sancho- manchado de pintura. Lleva meses así. Alguno o algunos decidieron hacer gala de su escaso talante democrático días después de los comicios y su mejor plan para exhibir que no habían aceptado la derrota fue manchar el rostro de estas tres vecinas de la localidad, cuyo gran pecado era ser militantes populares. No hace falta ser muy listo para concluir que aquellos que vandalizaron el cartel eran de una ideología opuesta al PP pero no me imagino ni al socialista Ernesto Navarro ni al candidato de Compromís, Emilio Morales, alentar este tipo de hazañas realizadas con nocturnidad y cobardía. En la viña del Señor hay de todo, incluso cazurros de distinta ideología. La popular Fort salió elegida alcaldesa gracias a un pacto de tres y después perdió la vara de mando tras la dana por una moción de censura. Los que en su día la apoyaron luego ya no lo hicieron y la vida sigue porque esas son las reglas de la política. Ayer, la sede del PSPV en la calle del Hospital de Valencia amaneció tiznada de pintura negra. La misma respuesta cobarde y nocturna que se hizo con el cartel de las tres concejalas del PP de Chiva, aunque en esta ocasión el motivo tienen que ser los casos de corrupción que acechan al partido de Sánchez, que políticamente vive sus días más complicados. Lo peor del encefalograma plano de aquellos que lideran este tipo de actos es que su voto vale lo mismo que el mío y el de usted, querido lector. Al margen del repugnante hecho, el problema está en que no hay una condena unánime de todos los partidos políticos a este tipo de acciones rubricada por una minoría y que atenta contra los principios básicos de la democracia, que no es otro que vive y deja vivir, y si no estás contento puedes tratar de cambiar el Gobierno cada cuatro años. La guinda siempre la pone el político de turno, que en este caso no fue otro que el secretario de Organización del PSPV, Vicent Mascarell, uno de los canteranos del 'clan Gandia' y que, por experiencia, nunca ha sido el más listo de la clase. Este asalariado de lo público, como bien aprendió de sus mayores, echó la culpa ayer al PP como autor intelectual de las pintadas por las declaraciones de sus dirigentes. Un librillo que, si las cosas son así, también debería aplicar a los cargos de su PSPV cuando en la sede del PP alguien pinta en la fachada «asesinos». En esta sociedad sobran los intransigentes como los que vandalizan las sedes, y los políticos que no dan el nivel.
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