Meselinas y suripantas
Las dos comparecencias en Ferraz del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dibujaron su perfil egocéntrico, manipulador y embaucador. En el verbo y en la escenografía. ... La del jueves, después de que la UCO diseccionara en 490 páginas la corrupción de Santos Cerdán, exnúmero tres del partido, fue impropia de la máxima autoridad de este país, que solventó con un increíble «pido perdón» la explosión descontrolada de una crisis que está a un paso de llevarse la legislatura por delante. El perdón no basta porque es mentira que no se enterara de los negocios malolientes que llevaban entre manos sus hombres de confianza. La imagen de Sánchez compungido, roto y maquillado quedará como uno de los fotogramas más patéticos de la historia de la democracia española. Hacer creer que no sabía nada de las andanzas de sus esbirros es tratar a los españoles de idiotas. Los mensajes desnudan una corrupción subterránea para llenarse los bolsillos, algo que no es extraño en esta España nuestra -España es España, como decía Koldo-. Si la corrupción es vomitiva más nauseabundos son los audios en los que Ábalos y Koldo se repartían mujeres como si fueran fardos. Y no pasa nada más allá de un perdón, de yo no sabía nada y de negar a sus compañeros de partido, los mismos que llenaban el Peugeot a la búsqueda de votos para las primarias. El lunes, el segundo capítulo fue peor porque ya no era sólo una cuestión de pedir perdón sino de poner en marcha el ventilador, de ser víctima, de culpar a los demás y de predicar que sin Sánchez este país estaría peor. El egocentrismo del presidente, amparado por las manos quemadas de todos los que creyeron a Cerdán y el resto, van a sumir a su partido en una vergüenza insoportable que será difícil que pueda aguantar hasta 2027, fecha electoral hasta donde se quiere perpetuar un Sánchez en Moncloa con el discurso de que a él no le salpica la corrupción con un hermano procesado por tráfico de influencias y prevaricación, y una esposa, de nombre Begoña, investigada. Un folletín al que cada día se suman capítulos, como el de Letizia Hilton, la actriz de cine para adultos a la que sorprendió la UCO en casa de Ábalos tratando de sacar un disco duro. Al exministro, ataviado con esa camiseta de Oregon-Florida-USA, no le quedó en la puerta de casa ni la dignidad que tuvo El Pana para despedirse de la Monumental de México en su última corrida. Un brindis polémico pero sincero: «Quiero brindar este toro, el último de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, meselinas, meretrices, prostitutas, suripantas, bruñis, putas, a todas aquellas que saciaron mi hambre y mitigaron mi sed cuando El Pana no era nadie, que me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos a base de mis soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. Va por ustedes». No sé si había dignidad en ese brindis pero seguro que había más verdad que en cualquier declaración de Sánchez, Ábalos y Cerdán.
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