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El francotirador

La crónica de la discordia

Héctor Esteban

Valencia

Jueves, 22 de mayo 2025, 23:43

Las personas nos equivocamos; los periodistas, más. En mi trayectoria hay textos que no soportan el paso del tiempo. Hasta esta semana me arrepentía de ... dos. El primero, una información sobre una persona a la que mató un toro en un pueblo de la Comunitat y el posterior proceso de identificación. El relato fue desacertado. El segundo, del conjunto de la cobertura de la explosión de una pirotécnica con muchos muertos, porque en aquel momento aportamos datos e imágenes que treinta años después te das cuenta de que no eran necesarios. Hoy no se hubieran publicado. Ahora puedo sumar una tercera, la crónica del Fuenterrobles-Camporrobles, que ha convertido en viral la foto carné que ilustra este artículo de opinión. Los chuzos han caído de punta. No voy a ir con rodeos. No estuve acertado en algunos calificativos sobre algún jugador. Hay tardes y redacciones malas. No siempre tenemos el mejor día. Pedí disculpas en privado y ahora lo hago en público. Hay adjetivos que no aportan y no hay vuelta de hoja. Hablé por teléfono con María Luisa, presidenta del Camporrobles, y con Brahim, presidente del Fuenterrobles. De manera firme y educada trasladaron el disgusto de la población y lo injusto de la redacción. De la misma manera asumí y les pedí que trasladaran las disculpas. Es cierto que hay otras expresiones que no se entendieron, como la del «valle del terror», que así se denomina a una zona de varios pueblos de Madrid donde los matadores torean corridas de las denominadas duras, donde es muy difícil cortar orejas. La expresión, trasladada al fútbol, fue una simple comparativa inocua para decir que en el interior de la plana de Utiel-Requena es muy complicado puntuar. No se entendió. De la misma manera que no caló el apunte sobre los jornaleros, muchos llegados desde otros países, y que se han integrado perfectamente en la vida del pueblo y en sus equipos de fútbol. He recibido correos, uno llamándone «subnormal» sin más y otros, como el de David, argumentado, directo, reivindicativo y educado. Al primero, no le respondí; al segundo, como no puede ser de otra manera, sí, en el mismo tono y consideración. Nos entendimos, quedó aclarado y nos citamos para una futura visita. La crónica ha dado pie a comunicados oficiales, escritos al periódico, mensajes, chascarrillos de amigos y a todo tipo de respuestas. Así son las reglas de este juego. Hace un par de años estuve en Camporrobles para denunciar el olvido del pueblo y la comarca bajo el título: «La Siberia valenciana se derrite». El que tenga interés, que lo lea, y calibrará mi sensibilidad hacia los lugares poco atendidos por la administración. Vivo en un pueblo y no soy ajeno a sus singularidades. Al final, como todo en la vida, el veredicto te lo dan los que tienes más cerca: «Es una vergüenza lo que has escrito» y «te metes en líos innecesarios». No hay mayor sentencia que la del jurado popular.

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