Para que yo me sitúe. La oficina de turismo del Ayuntamiento de Valencia se llama Visit Valencia. La estrategia ideada por la corporación para que ... no sólo suenen las consuetudinarias demandas de la banda y la orquesta de la ciudad ha recibido el nombre de València Music City. El Palau de les Arts ha pasado a apellidarse Opera House. Hay veces en que el portavoz municipal, JC Caballero, chamulla en 'spanglish' y en lugar de a orillas del Mediterráneo parece que nos encontremos en la Valencia del condado de Los Ángeles, ¿y me quieren hacer creer que la enésima vuelta de la burra idiomática al trigo de la confrontación la provocó la decisión de la alcaldesa Catalá de plegarse a Vox y encomendar a un académico de la Valenciana de la Llengua que dictaminara si Valencia lleva tilde y si éste es grave o agudo? Hombre, no me j... No le piden que hable en cristiano a la más anglófila de nuestras autoridades, una concejala que todo lo bautiza en inglés, con lo protestante que es la Iglesia anglicana, ¿y se ponen quisquillosos por una tilde? Pues me van a perdonar, pero el suyo es un patriotismo muy poco español y por ende escasamente valenciano. Porque un acento e incluso una denominación no quitan ni ponen rey. En cambio, la corrupción del habla bilingüe del lugar, sí, y, sin embargo, aún está por llegar el día en que alguien se queje de la terca labor de zapa léxica que lleva a cabo Paula Llobet (PP) desde el ayuntamiento. Mira que ha creado 'sandboxs' para ofrecérselos a las 'start-ups' y becar a aquellas que están en fase 'seed'; lanzado retos GovTech y 'SmartTourFlow', signifiquen lo que signifiquen para ella los retos y los neologismos; se ha ofrecido a facilitar un 'soft-landing' a aquellos extranjeros que deseen invertir en la ciudad al amparo de programas como Destination Valencia e InnoConnect VLC, y se ha hartado de esparcir anglicismos desde su portal, cuya gracia es, cómo no, Valencia Innovation Capital. Pues no le ha salido nadie al paso con un justificadísimo ¿mande? Ni los supuestos «amadors de les glòries valencianes» que aceptaron silentemente que el PP se opusiera al uso del valenciano en el Senado y redujera su empleo en la escuela y en À Punt, con lo oral y por tanto genuino que es; ni los 300 escritores abajo firmantes, que sólo se movilizaron cuando los recortes afectaron a la AVL, se sienten concernidos por este quintacolumnismo anglosajón. A nuestros nacionalistas, sean estos españolistas o valencianistas, sólo les molesta cierta clase de 'espardenyades'. ¿Sería mucho pedir que, como cantaba Concha Piquer y suplican las maltratadas a sus verdugos, no quisieran tanto a ese idioma que sólo emplean para enredar?
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