Infoxicación, neuropolítica y mierda
El 'banonnismo' exige cantidad y velocidad para provocar infoxicación. Llenar cada mañana de titulares, de mensajes, de tuits, sean o no sean verdad, pero que ahoguen al otro. Y que por la tarde estén caducadas las noticias de la mañana
FERNANDO GINER
Domingo, 12 de octubre 2025, 00:13
Ataca, ataca, ataca. No admitas nada y niégalo todo. No importa lo que suceda: reclama la victoria y nunca aceptes la derrota», son las tres ... claves de Roy Cohn, el asesor-mentor de Donald Trump, para enfrentarse a cualquier tipo de rival. La política como espectáculo y los ciudadanos como consumidores de política. A toda velocidad. Hoy la política no es el arte de gobernar y organizar la convivencia humana. En los parlamentos o hemiciclos no hay debates ideológicos, ni de ideas, ni propuestas de enriquecimiento social, ni búsqueda del bien común. La política española ha tomado buena nota de Roy Cohn y todo son ataques y negaciones. Alguien dirá que siempre ha habido confrontación, y es verdad; la novedad estriba en que, en estos momentos, solo hay confrontación, nada más. La política como espectáculo. Las televisiones ofrecen más franjas horarias dedicadas al show de la política que a los programas del corazón. Fútbol y consumo de política. Atacar es confrontación, negar es confrontación, ganar es confrontación. Parece todo un despropósito, una anarquía informativa, caos, desorden informativo, pero nada más lejos de la realidad. Hay una clara y eficaz estrategia, simple, pero provechosa. Quizás desde Goebbels la derecha no había tenido una estrategia tan eficazmente mortífera y cuyo padrino, Steve Bannon (asesor de Trump), proclamaba así : «Inundar todo de mierda». Además, a toda velocidad, para que el contrario no pueda moverse y se ahogue en ella. El 'banonnismo' (eponimia de Steve Bannon) exige cantidad y velocidad para provocar infoxicación. Llenar cada mañana de titulares, de mensajes, de tuits, sean o no sean verdad, pero que ahoguen al otro. Tantos titulares que por la tarde estén caducadas y prescritas las noticias de la mañana. Aunque se contradigan las noticias. Aunque sean extravagancias o propuestas descabelladas. «El paracetamol provoca autismo en el embarazo»: Trump convertido en prescriptor médico contradiciendo a la OMS. O afirmar un sabotaje en la ONU contra su persona: «Estas son las dos cosas que obtuve de la ONU: una escalera mecánica defectuosa y un teleprompter defectuoso. Muchas gracias». Esta estrategia precisa de actualidad y velocidad y, para ello, las redes y el comportamiento ansioso y acelerado en ellas ha sido determinante. La atención se paga a precio de caviar. Vamos a ver datos: de media, una persona pasa en promedio más de dos horas y veinte minutos navegando o en aplicaciones. Una octava parte del tiempo que estamos despiertos, y vamos a más. Por ejemplo, en Facebook la gente pasa de promedio cuarenta minutos diarios en la plataforma. El 70% del consumo en Youtube se realiza desde el móvil. TikTok es el gran gigante de la generación Z donde los usuarios pasan casi una hora y media al día de promedio. Los reels en Instagram superan a las historias y post tradicionales. Y qué decir de Whatsapp. El consumo de la política está en las redes. Las redes se han llenado de mierda, y lo peor es que se ha normalizado. Velocidad e infoxicación. La primera respuesta de los ciudadanos ha sido acortar la duración media de los tiempos de visualización o lectura de noticias. La atención del internauta hay que conquistarla. Cada vez se exige mierda de más calidad. Más datos. El tiempo medio de visualización de un video de YouTube son dos minutos; los restantes, casi nadie los ve. Se considera ideal entre quince y treinta segundos para un reel de Instagram. En TikTok, los videos se centran entre 60 y 90 segundos. Cada plataforma tiene su algoritmo y este premia fundamentalmente la visualización. Algoritmos que analizan los comportamientos y los traducen en datos. Neuropolítica y estrategia. Parece que todo sean emociones, pero los mensajes van directos al cerebro. Algoritmos, atención e información. «Los usuarios permanecen cada vez menos tiempo en los diarios digitales». Esta noticia es de 2016 y cifraba la media en 4 minutos de permanencia.
Lo banal y lo profundo se entremezclan sin ningún tipo de pudor. Un video sobre el sufrimiento gazatí convive con la madre de un tiktoker cayéndose de culo en la cocina de su casa. Tragedia y humor. La atención es aleatoria y débil, y la estrategia descansa en que, con tanta mierda, los otros no tengan espacio para hacerse valer, que se entretengan intentando limpiarse de ella. La infoxicación llega a una velocidad meteórica. La saturación y la velocidad han matado las hemerotecas. Da igual lo que se diga, se puede mentir, porque existe amnesia colectiva y una noticia se come a la otra. Abracadabra. «La variación de la verdad a través del habla. Abracadabra, crearé al hablar». Ante esta situación, ¿qué mensaje, promesa o ataque necesita ser coherente? Ataca y niega todo.
Más madera. Con la aparición de la IA (la que faltaba para enredar más la realidad) desembarcan las deep fake. Imágenes, audios o videos ultra-falsos, editados desde IA, mostrando personas, reales o inexistentes. Viene a ser como una segunda generación de Abracadabra. Mejorado, más profundo. De la mentira a la ultra-mentira. Vuelva a leer esta tribuna dentro de dos años: calificaremos de ingenuas e infantiles las actuales estrategias de mentiras, las actuales falsas promesas. Esto no es un accidente, esto va a más.
Un vídeo sobre el sufrimiento gazatí convive con la madre de un tiktoker que se cae de culo en la cocina
La segunda consecuencia es que un gran número de ciudadanos se sientan ultra-saturados, agotados, cansados y que elijan desconectar de esta locura. El barnnonismo no censura, no prohíbe, para algo es libertario, simplemente agota. Es como una antigua huelga a la japonesa. Este empacho está provocando que la desafección entre el mundo civil y político pueda llegar a ser insalvable. Esta normalización de la mentira llega en un momento en que los jóvenes, principalmente ellos, se sienten defraudados por el falso mito del ascensor social y amenazados en su género. El terreno está abonado para que surja cualquier mensaje o ideología denunciando una democracia degradada y una Europa como un club de privilegiados a 3.000 kilómetros de distancia. Son las consecuencias políticas y sociales: la duración de la atención y el agotamiento político social.
Ciudadanos que ya no creen, ni desean saber nada, de un presidente del gobierno que crea su verdad a medida que habla, es decir, que miente continuamente y responde atacando y negando los evidentes casos de corrupción de su partido y su familia.
Ciudadanos abandonados ante históricas catástrofes con autonomías oficialmente incompetentes, y con presidentes autonómicos que atacan y lo niegan todo.
Atacar y negar. Llenarlo todo de mierda. Unos y otros. La era del banonnismo: infoxicación, neuropolítica y mierda. Cansancio.
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