LA CONCORDIA BAJA EL CORTISOL
La gran mayoría de españoles desea llegar a final de mes y disfrutar los fines de semana y, mientras eso se cumpla, habrá orden. (Una salvedad: muy atentos al problema de la vivienda)
FERNANDO GINER
Sábado, 14 de junio 2025, 23:32
España, nación donde todo es motivo de discusión y confrontación. Es el estado nación, donde cualquier tema divide a sus ciudadanos entre los unos y ... los otros. Derechas contra izquierdas, trumpistas contra antitrumpistas, taurinos contra antitaurinos, hormigueristas contra broncanistas. España, país donde se vota contra el otro. A garrotazo limpio. Hagamos una prueba: un día de ocio con amigos o con su familia extendida, elija un tema y póngalo encima de la mesa. El tema que quiera. Comprobará cómo, enseguida, se han creado dos bandos, los unos contra los otros y, seguramente, los grupos estarán determinados por su opción política, es decir, por su intención de voto a derechas o izquierdas. Modere la tertulia, porque es muy probable que alguno se encienda y levante enojado el tono de voz: «¿Me estás diciendo que Pablo Motos no es de derechas, ni anti sanchista?» o «¿Estoy oyendo bien? ¿Broncano, televisión pública de calidad?» Es hasta probable que, a partir de estas 'graves' injurias, alguno, ofendido, se levante y dé por concluida la velada. Pasión, garrotazos e indignación.
Y va a más. Desde que existen las redes cada España se recrea en sus ideas buscando a sus pensadores favoritos. Cherry picking. Cogemos la información que más nos gusta para construir nuestros argumentos. Cada mañana, bien temprano, los nuestros, en chats y contactos de Whatsapp, nos envían links y titulares de contenidos de pseudomedios para justificar y demostrar moralmente el garrotazo que se merecen los otros. Casi indignados, salimos de casa con la dosis de irritación precisa. Ya en el coche, parados en los mañaneros atascos de la Pista de SIlla, carretera de Madrid o en la calle Maestro Sosa con Giorgeta, entre claxons y desesperos, nuestra emisora de radio favorita, aquella que dice lo mismo que los links que recibimos anteriormente, se encarga de elevarnos el cortisol definitivamente. Whatsapps, atascos y tertulianos bronqueros. Adrenalina y cortisol. España ya se ha despertado. Con el café de la máquina de la oficina, ya está lista para comenzar un nuevo día de duro trabajo.
Polaridad, confrontación, garrotazos. Desde que Einstein describió la relatividad del tiempo, sabemos que este depende de la perspectiva del observador. ¿Es mucho tiempo, dos minutos? Leí en una ocasión: depende del lado de la puerta del cuarto de baño que te encuentres. En la España polarizada, el PP está fuera esperando, y el PSOE está dentro del cuarto de baño. Datos del apagón del 28 de Abril: para los votantes del PSOE, se solucionó bastante rápido, mientras que para los votantes del PP, fue excesivamente largo. Y, ¿qué me dicen de la relatividad de la percepción? Los votantes del PP no aprecian más personas pidiendo en las calles de Valencia, y los del PSOE ven más suciedad que nunca. Tiempo y percepción, todo se polariza.
¿Por qué no llega la sangre al río? ¿Estamos cerca de una confrontación física? En mi opinión, no
Otro fenómeno curioso de la polarización está siendo la empaquetación de ideas: ya no se piensa o decide por temas aislados, sino que la posición de un tema deriva a la idéntica posición ante otros temas, en principio, sin relación alguna. Preguntando a una persona qué opina sobre alguna cuestión, se puede deducir y averiguar qué piensa sobre otros asuntos. Los bandos son los bandos. La España trumpista es protaurina, contra de la inmigracion, apoya la actitud de Israel y critica la agenda verde europea. La otra España, la antitrumpista, se declara antitaurina, a favor de la inmigracion, pro-palestina y defensora de una Europa verde. Cuatro ideas diferentes empaquetadas en un único bando. Polarización a granel, igual que los packs de yogures de diferentes sabores. Dos de sabor coco, dos de sabor fresa, dos de sabor plátano y dos sabor pera. Cuatro sabores en un solo pack. Al final, todo se reduce a algo más simple: buenistas contra malotes.
Cherry picking y cortisol. Este no sube sólo, es empujado por el contexto, los whatsapps, titulares y radios. Ansiedad y estrés.
Pero, ¿por qué no llega la sangre al río? ¿Estamos cerca de una confrontación física? En mi opinión, no, por tres motivos. Vamos a verlos. Se diga lo que se diga, el sistema funciona. Me explico: las pensiones se cobran puntualmente, la sanidad pública, la educación, las prestaciones del desempleo funcionan... El sistema, mal que bien, funciona. Es muy mejorable pero, en general, funciona. Y la gente, en su mayoría, lo sabe. Hay cabreo, sí, y de los gordos, pero viene a ser parecido al cabreo que tenemos con Peter Lim, propietario del Valencia CF: gritamos, enfurecemos, exasperamos... pero la cosa no va a mayores. En la polarización social, pasa algo parecido. Todos sabemos que tenemos mucho más que perder si las cosas van más allá de estos subidones de cortisol. Liberamos dopamina, pero la sociedad tiene buenos frenos.
El segundo motivo es porque la sociedad española tiene una actitud básicamente gaussiana; es decir, la gran mayoría nos comportamos alrededor de una media resultando gráficamente como en forma de campana. En otras palabras, la gran mayoría de españoles desea llegar a final de mes y disfrutar los fines de semana y, mientras eso se cumpla, habrá orden. (Una salvedad: muy atentos al problema de la vivienda, recomiendo volver a leer mi tribuna de 2/06/2024, 'Jóvenes sin propiedad alquilando habitaciones'. Prometo su segunda parte). Pero, sí: la sociedad es gaussiana y se concentra hacia la moderación.
Y otro fenómeno, el tercero, que nos debe llenar de orgullo, es que, cuando desaparece el Estado y desaparecen los gobiernos, como en la tragedia de la dana, España se une y se comporta como un pueblo extraordinariamente solidario, empático y generoso. Durante la dana desapareció el 'unos' y el 'otros' y se impuso el 'nosotros', todos nosotros. Que curiosidad: sin Estado, España no discute; con los gobiernos, acaba a garrotazos. Se demuestra que la concertación y la concordia son posibles en España.
Garrotazos y concordia. Así es España, así somos y, por desgracia, de ello se aprovechan los confrontadores. Mientras las instituciones sean asaltadas en buena parte por tránsfugas y vividores de la política, no habrá visión de Estado. Por ello, que nadie se extrañe al ver cómo las encuestas revelan que, después de la vivienda, el principal problema son los políticos. Acabo y, antes de despedirme, le sugiero temas para polarizar su próxima cena de amigos: ¿Valencia está más o menos sucia que con Ribó? ¿Hay más gente pidiendo exn las calles que antes? ¿Deberían continuar los maceteros de Grezzi en la Plaza del Ayuntamiento? ¿Tortilla de patata, con o sin cebolla?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.