Un 28 de octubre, pero del año 1957, el que luego fue director de este periódico, José Ombuena, publicó en 'Hoja del Lunes' un artículo ... de título inequívoco: «Hagamos fecunda la desgracia». Ya habían pasado dos semanas de la inundación, se estaba quitando el barro de las calles y parecía llegado el momento de reflexionar. De modo que escribió sobre la necesidad de un cambio de horizonte. La riada, dijo, debería ser «el esperanzador punto de partida hacia una ciudad futura de vuelo alto y larga mirada».
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Al día siguiente, martes 29 de octubre de 1957, Martín Domínguez, director de LAS PROVINCIAS, comenzó a publicar un serial de reflexiones, acogido al título de 'En Caliente', donde alentó a la sociedad valenciana a no desanimarse y a reponerse del golpe. Lo que llamamos resiliencia en la cursi forma de hablar actual. Había que recuperarse, sí; pero había que espabilar para que la desgracia se trocara en virtud: Valencia necesitaba hacerse oír -naturalmente en Madrid- para emprender una nueva senda de futuro. En su artículo de 3 de noviembre, Martín fue el primero en escribir que la riada no debería repetirse jamás y que era preciso ir pensando en desviar el Turia. Con todo, su serial fue más allá: Valencia debería acabar con los 200 pasos a nivel que le agobiaban, necesitaba una Bolsa de Valores y debería granjearse más respeto «en las alturas».
Ese tema, el del muy escaso respeto que generaba lo valenciano más allá de Contreras, era (y es) el eje de la política valenciana desde al menos la Renaixença. Por eso, en su famoso discurso de mantenedor en las Fallas de 1958, Martín Domínguez volvió a hablar de un asunto capital. Además de recordar, como un predicador medieval, que Dios, en ocasiones, enviaba las catástrofes a modo de aviso, se refirió al «rebordoniment», el maldito proceso de esterilización que lleva, tanto en los naranjos como en la sociedad, «a la infertilidad, última pena que el Creador destina a los que son traidores a su propio ser y a su propia especie».
Se han hecho muchas analogías entre las secuelas y consecuencias de la inundación de 1957 y la experiencia que vamos reuniendo de la de 2024. Ahora, cuando se va a cumplir un año del 29-O, convendría que volviera a reinar sobre todos el espíritu de concordia y las enseñanzas que nos regalaron aquellos 'popes' de la prensa que escribieron sobre una realidad dolorosa... bajo la presión de la censura. Si Martín soñó con una Valencia con más fe en sí misma que alcanzara mayor peso específico a la hora de reclamar lo justo, Ombuena, hoy hace 68 años, pidió a todos «vuelo alto y larga mirada». Si algo tengo que añadir, diré que nunca hemos estado tan necesitados de los consejos del uno y del otro.
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