La verdad
F. P. PUCHE
Sábado, 1 de marzo 2025, 23:21
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F. P. PUCHE
Sábado, 1 de marzo 2025, 23:21
La verdad os hará libres. El peor error de un político es no decir la verdad a tiempo y luego perderse en versiones divergentes. Pero ... a lo mejor ocurre que llegar tarde a un lugar donde no es preciso que estés, no es un delito, aunque sea un error. Aunque también es verdad que hay una enorme carga de indignación que cristaliza en un personaje público, o en la hipótesis de una alerta, pero que no abarca otros cien factores de una situación altamente compleja. Porque en la administración, como en la política, andaban todos espantados, inquietos por el rio Magro y el embalse de Forata, cuando lo que estaba hinchándose hasta la tragedia era esa red de barrancos que andamos despreciando, soslayando y desafiando desde siempre, desde las primeras barracas arrasadas en Silla y Catarroja, desde que el marqués de Campo perdió el primer puente de su ferrocarril.
La verdad os hará libres. Pues vamos a ello: usted, señor, vive en una zona inundable y debería saberlo desde que fue a la escuela. Usted no debería vivir en una planta baja si no está bien comunicada con una escalera y una trampilla que le lleve con seguridad al primer piso; nadie debería vivir en una planta baja en zona inundable y todos los que lo hacen deberían firmar un documento, igual que se firma un papel -consentimiento informado- antes de operarse de cualquier cosa. O sea que el presidente de la Generalidad debe ordenar que se dé la alarma, pero usted, señora presidenta de escalera, se hará responsable de que la sirena de la terraza funcione, como ocurre en Japón.
La verdad os hará libres. Por supuesto que la batalla de improperios y acusaciones, de búsqueda ciega de la derrota del contrario a costa del dolor ajeno, no tiene sentido alguno. Por supuesto que los políticos, todos, han fracasado por su ansia de poder y su rechazo a la mutua colaboración. Hasta Felipe González lo ha dicho. Lo que no está claro, sin embargo, porque nadie tiene aún el valor de abordar el asunto, es si el futuro del área inundada va a ser el mismo que era: qué hacemos, dónde metemos, cómo tratamos esa red de barrancos que nadie, insisto nadie, vio venir hasta el video del puente arrastrado.
La verdad os hará libres. De modo que sí, necesitamos, como el que respira, saber la verdad. Pero necesitamos también que se vaya el olor de los garajes, que la humedad deje de subir por las paredes, que la compañía de los ascensores reciba las piezas que faltan y que el peritaje del consorcio se resuelva de una maldita vez. Incluso habría que resolver, entre mil más, una incógnita importante: ¿ese edificio de los juzgados de Catarroja que se inundó, metido con calzador en el territorio a 200 metros del barranco, está en lugar idóneo? Planificar el futuro reclama la necesidad inexcusable de un consenso político.
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