Antonio Famoso, un convecino nuestro, fue hallado muerto por los bomberos, el Sábado, en su casa de la Fuensanta. Según todos los indicios, el jubilado ... de la calle Luis Fenollet, un solitario que los vecinos creían en una residencia, ha seguido el título de una novela de espías de Giménez Arnau: 'Murió hace quince años'. Quince años son muchos. Que nadie te eche en falta desde el 2010 parece increíble. Pero ese ha sido, precisamente, el origen de cientos de artículos y semblanzas publicados estos días. La soledad en medio de la ciudad indiferente; la tragedia del hombre olvidado en medio de una tecnología que nos ahoga; la frialdad de las relaciones con vecinos que solo vemos en el minuto de silencio del ascensor...
Publicidad
La desgracia de Antonio Famoso, la posibilidad de una vida de ficción sostenida por una pensión que hace frente a los recibos en el anonimato de una cuenta corriente, ha dado para muchos trabajos de periodismo de calidad. Sin embargo yo quiero hablar, aquí y ahora, de otro aspecto de la tragedia de la Fuensanta mucho menos elevado. Escribo de tejas abajo para exponer mi tesis: desde al menos el año 2010, cuando Rita Barberá estaba en lo más alto de su fama, los sucesivos ayuntamientos de la ciudad de Valencia no han hecho absolutamente nada para exterminar -observen el verbo que uso y repito- exterminar, la asquerosa plaga de palomas que inunda nuestra ciudad.
Nada, ni mover un dedo. ¿Que en la Fuensanta había miles de palomas? Pues vale, como en todas partes. ¿A quién le importa? ¡Lo que cuenta es hacer más y más carril bici! Así, los vecinos hemos multiplicado la colocación de molinillos de viento, búhos y lechuzas pintadas y corpóreas, discos CD usados y tiras de púas. Pero las palomas lo saben todo y en un gesto supremo de sarcasmo son capaces defecar encima justo de las púas, para que nadie pueda limpiarlo... salvo una dana de alerta roja y universidades cerradas.
Conservo como oro en paño la última nota de prensa de los servicios informativos del Ayuntamiento en que se usó la palabra «cazar» para referirse a la plaga de palomas. Fue un texto en el que también se usó un término esperanzador: «Eliminar». Pero es un texto viejo, de 2006 o 2007, cuando al frente de los departamentos municipales de plagas y de prensa había gente recia, formada en la vieja escuela. Con arrestos no ya para multar a los vecinos que ponen comederos de palomas en sus balcones sino para enviar a los periódicos fotos de palomas cazadas con red y destinadas al matadero.
Publicidad
¿Fuensanta? ¡Todos los barrios! ¡Valencians, en peu alcem-se! Esta es una plaga insaciable, insufrible, casi tan repelente como la de las pintadas. ¿Y llevan quince años queriéndola combatir con anticonceptivos?
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión