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Yo he visto a un papá explicándole al nene que no, que la play station tampoco funciona sin electricidad, como el móvil, el ordenador y ... todos los demás cacharros. Hasta que, en un momento de lucidez, le dijo al chaval que eligiera una silla, la que más le gustara, «pero no para sentarte: lo que quiero que me digas es qué silla prefieres desguazar para hacer leña y poder guisar algo de sopa, en la acera, cuando no haya más remedio».
Desde el covid, la verdad, vivir se ha convertido en un agobio. A las cuatro cosas sencillas que sabíamos hemos tenido que añadir cursillos forzosos sobre inmunidad y virus, modelos de volcanes, geografía del Donbás y el mar Negro, hidrología y meteorología valenciana y ahora sobre sistemas de producción y consumo eléctrico y... lo más importante: la función esencial de las centrales nucleares como base de equilibrio en el conjunto del «mix energético».
Ha sido milagroso. El lunes vi hacer cuentas, en un bar, con una colilla de lápiz y un cachito de papel, como hace ¡cincuenta años! De modo que el terror vino de una íntima convicción de impotencia, al comprobar que era necio intentar encender el gas sin cerillas, porque en los quemadores no brotaba esa chispita mágica que salvó al neandertal. Con todo, Mazón ya no es tan malo; ni apenas interesa ya la carrera musical del hermano Sánchez. El presidente ya se encarga de fomentar cada semana un debate nuevo y separador: a mi izquierda los que crean que hay que acortar la vida de las malditas centrales nucleares friéndolas a impuestos; a mi derecha, esos partidos retrógrados que no tienen fe en las energías renovables. Y así todo, maniquea y sobadamente, de una manera pastosa, dejando siempre abierta la puerta de un posible ciberataque, porque es un factor con el que el socialismo va a disimular, ya mismo, el aumento de los gastos en Defensa.
Iberdrola programó hace semanas la parada de Cofrentes, que se detuvo el 17 de abril, a causa de «la elevada carga impositiva que asfixia su viabilidad». Cinco de los siete reactores nucleares de España estaban parados el lunes a mediodía. Y los técnicos dicen que, de funcionar, hubieran sido un colchón que hubiera hecho más raro, o parcial, un apagón general que, según entiendo tras mi cursillo acelerado, se ha venido a dar por los efectos de lo que ya es, muchos días, una excesiva producción de energía renovable dentro del famoso «mix». Con todo, tenemos un nuevo debate crispado, ahora sobre las nucleares, que es lo que a don Pedro más le gusta. Por cierto ¿sabían que dos de las centrales de ciclo combinado más gordas, esas que nos sacaron las castañas del fuego el lunes, están en Sagunto y Castellón? Queman gas, qué asco...
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