Pero con presupuestos
Sí, sí. Las encuestas que queráis, la huelga que se os ocurra y la bronca que se quiera; pero lo bien cierto es que la ... Generalitat Valenciana, que tras la inundación atraviesa un momento crucial en su historia, va y resulta ser la primera autonomía española que, a finales de mayo, tiene hechos los deberes políticos esenciales, los presupuestarios.
No estaría de más que los árboles dejaran ver el bosque. La primera obligación de un político es poder hacer los presupuestos de su gobierno, pactar con quien pueda los votos necesarios para configurar una mayoría que le permita dar ese paso esencial que es tener una guía financiera para el año venidero. Y Carlos Mazón, si queréis a trancas y barrancas, lo acaba de lograr esta semana. Desde luego, consigue su mayoría gracias a los votos de Vox; pero eso, por más que pueda disgustar, no es nuevo en la plaza. Fue Mazón, precisamente, el primero en sorprender en su partido al asegurarse con Vox la gobernabilidad, al principio de la legislatura. Y ahora ha sido la primera autonomía en tener aprobadas las cuentas para el ejercicio próximo.
Aprobadas ya sus cuentas, Mazón no oculta una mirada de reproche a la Moncloa. Nos ahorra a todos la tarea de recriminar la debilidad de Pedro Sánchez cuando -hundido en la vergonzosa grosería de una espiral de corrupción- sigue sin poder alcanzar mayoría presupuestaria. El precio de la oficialidad europea del catalán tampoco lo ha podido pagar, por más que puso cara de haberlo intentado.
Las encuestas es muy probable que sigan recriminando al presidente Mazón su conducta. Son munición para la bancada de enfrente. Pero no es menos cierto que su argumentación empieza a tener una ilación basada en una lógica que los valencianos no deberíamos olvidar: la catástrofe de octubre, la desgracia que se ha abatido sobre una autonomía postergada y mal financiada, sigue siendo nuestra realidad primera, social, política y económica. Es nuestra mesa de trabajo. Y solo desde ella, desde su dureza, es posible llegar a entender a un político empecinado que, lejos de dimitir como la oposición le pide, se ha empeñado en la loca tarea de recomponer y reconstruir lo perdido.
Carlos Mazón, que no cuenta con el amor de las encuestas, tampoco cuenta con el Estado. El bochornoso viaje privado del presidente Sánchez al palacio del poncio fue toda una declaración de principios. Pese al clamor social, es imposible que veamos una colaboración de la administración estatal y la autonómica para afrontar la reconstrucción. Así las cosas, si Mazón considera que una dimisión sería una forma de dejación que traicionaría su vocación de servicio, no tiene más alternativa que la que Vox le ofrece. Y es ahora, aprobados los presupuestos, cuando tiene las manos más libres para decidir.
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